El genocidio lo inventó Fox
0 Comments Published by Unknown on domingo, agosto 05, 2007 at 1:38 p.m..Vínculo a la nota original
Falsedad
Por Raúl Moreno Wonchee
La decisión del gobierno de continuar el proceso por genocidio contra Luis Echeverría, a pesar del reciente fallo judicial absolutorio, confirma el profundo sentido reaccionario de esa causa, fincada en una formidable mentira de Vicente Fox. Porque la acusación de genocidio no tuvo su origen en los círculos del 68 ni en sus herederos, sino en el foxismo que treinta y tantos años después encontró en esa falsedad la manera de revertir los significados libertarios y los efectos democratizadores del movimiento estudiantil del 68.
En el siglo de los genocidios, cuando el término adquirió su connotación infame por asesinatos masivos como los perpetrados por los turcos contra armenios y kurdos o por los nazis contra eslavos, gitanos y judíos. Sólo una demencial conjunción de intereses inconfesables, ignorancia jurídica y confusión política podría llevar a suponer que el 2 de octubre de 1968 se cometió un genocidio en el lapso de unas cuantas horas, a la vista del mundo y sin dejar rastro alguno.
La represión militar —ordenada por el único que podía hacerlo, el presidente Gustavo Díaz Ordaz— del 2 octubre de 1968, ocurrió ante centenares de periodistas extranjeros llegados a México para cubrir los Juegos Olímpicos y ninguno testimonió el genocidio. En Tlatelolco no se contó un solo muerto entre los miembros del Consejo Nacional de Huelga ni entre los miles de estudiantes que formaban el activo del movimiento en las asambleas y en las brigadas; si la muerte de algún estudiante fue documentada o denunciada, de manera alguna alcanzó para configurar un genocidio. Tampoco los registros escolares de la UNAM, del IPN y de otras instituciones involucradas en el conflicto arrojaron indicios.
La leyenda negra nació de la histeria colectiva en la que cayó el movimiento por su precariedad ideológica y reivindicativa. Ampliada y difundida por el amarillismo de la prensa norteamericana y sus seguidores, esa leyenda fue perversamente cultivada por una izquierda petardista y desclasada en busca de compensar su impotencia política, y fue cosechada por la derecha que la renombró genocidio y la está usando para perpetuarse en el poder. La última orden de aprehensión contra Echeverría se expidió y ejecutó, sin base jurídica alguna, en vísperas de los últimos comicios presidenciales.
El movimiento estudiantil del 68 abrió el camino de las reformas democráticas. Su importancia no radica en su saldo de sangre, real o imaginario, sino en sus efectos transformadores. El énfasis en aquél en detrimento de éstos devalúa su papel histórico.
Vía: Revista Siempre!
Falsedad
Por Raúl Moreno Wonchee
La decisión del gobierno de continuar el proceso por genocidio contra Luis Echeverría, a pesar del reciente fallo judicial absolutorio, confirma el profundo sentido reaccionario de esa causa, fincada en una formidable mentira de Vicente Fox. Porque la acusación de genocidio no tuvo su origen en los círculos del 68 ni en sus herederos, sino en el foxismo que treinta y tantos años después encontró en esa falsedad la manera de revertir los significados libertarios y los efectos democratizadores del movimiento estudiantil del 68.
En el siglo de los genocidios, cuando el término adquirió su connotación infame por asesinatos masivos como los perpetrados por los turcos contra armenios y kurdos o por los nazis contra eslavos, gitanos y judíos. Sólo una demencial conjunción de intereses inconfesables, ignorancia jurídica y confusión política podría llevar a suponer que el 2 de octubre de 1968 se cometió un genocidio en el lapso de unas cuantas horas, a la vista del mundo y sin dejar rastro alguno.
La represión militar —ordenada por el único que podía hacerlo, el presidente Gustavo Díaz Ordaz— del 2 octubre de 1968, ocurrió ante centenares de periodistas extranjeros llegados a México para cubrir los Juegos Olímpicos y ninguno testimonió el genocidio. En Tlatelolco no se contó un solo muerto entre los miembros del Consejo Nacional de Huelga ni entre los miles de estudiantes que formaban el activo del movimiento en las asambleas y en las brigadas; si la muerte de algún estudiante fue documentada o denunciada, de manera alguna alcanzó para configurar un genocidio. Tampoco los registros escolares de la UNAM, del IPN y de otras instituciones involucradas en el conflicto arrojaron indicios.
La leyenda negra nació de la histeria colectiva en la que cayó el movimiento por su precariedad ideológica y reivindicativa. Ampliada y difundida por el amarillismo de la prensa norteamericana y sus seguidores, esa leyenda fue perversamente cultivada por una izquierda petardista y desclasada en busca de compensar su impotencia política, y fue cosechada por la derecha que la renombró genocidio y la está usando para perpetuarse en el poder. La última orden de aprehensión contra Echeverría se expidió y ejecutó, sin base jurídica alguna, en vísperas de los últimos comicios presidenciales.
El movimiento estudiantil del 68 abrió el camino de las reformas democráticas. Su importancia no radica en su saldo de sangre, real o imaginario, sino en sus efectos transformadores. El énfasis en aquél en detrimento de éstos devalúa su papel histórico.
Vía: Revista Siempre!
Etiquetas: Contubernio, Crimen, Delito, Encubrimiento Oficial, Genocidio, México, Movimiento Estundiantil de 1968, Política, Política Mexicana
0 Respuestas a “El genocidio lo inventó Fox”