Clausurar vale un potosí

Otros ángulos
Jaramillo es muy especial
Por: Raúl Cremoux

Jaramillo busca y... encuentra las respuestas más escandalosas a un asunto que, desde hace mucho, debió haber resuelto con eficacia y discreción al aplicar los reglamentos y nada más.
La delegada en Cuauhtémoc, la señora Virginia Jaramillo, qué duda cabe, es muy especial. Ella quiere rescatar la pisoteada soberanía que hicieron los gerentes del hotel María Isabel Sheraton, cuando pusieron en la calle a una delegación de cubanos. La delegada admite que no sabía las condiciones en que operaba el hotel; es decir, tenía bares y piscinas de más.
Por ahí habían construido más habitaciones que las iniciales hace 44 años y, ¡oh maldición!, carecían del menú en sistema Braile para que los ciegos sepan cuáles son los aderezos de las ensaladas, las variadas guarniciones que acompañan carnes y mariscos, los quesos importados y los diferentes tipos de cocteles que les pueden servir.
En suma, la perredista se ha vuelto emblemática. En sus manos maneja la justicia y, al hacerlo, ignora que el cuerpo directivo del Sheraton obtuvo un amparo contra acciones, precisamente como esa que ella, la señora Jaramillo cometió. Bien que se castigue la ignorancia y el atropello que pudieron haber cometido los gerentes, pero, ¿ha pensado la burócrata delegada las repercusiones que, este su acto de punición, traerá a la imagen de la justicia defeña? ¿Se ha puesto en la misma dirección en la que se acusó a López Obrador como desdeñoso gobernante que no hace caso de la ley de amparo?
Quizás se lo hayan advertido, pero lo cierto es que, cuando habla ante los micrófonos radiales, se le nota permanentemente exaltada y llena de verrugones verbales.
Mientras tanto, la demarcación que ella atiende, se ve llena de aceras y camellones llenos de bolsas de plásticos, envases de todo tipo, cajetillas de cigarrillos, trapos, maderos, varillas como si se tratara de tiraderos de basura. Los arbustos secos proliferan y las bolsas que contienen los desperdicios de los bares y restaurantes son rasgadas constantemente por hambrientos perros callejeros en el día y por ratas en la noche. Al amparo de la oscuridad los talones dorados ocupan las aceras de las calles adyacentes a una de las más grandes oficinas de Teléfonos de México con la sonriente complicidad de patrulleros que ni siquiera sacan la mano para recibir enrollados billetes de las clientes.
Las licencias de construcción, así como otro tipo de servicios resultan el más amplio camino para que sus empleados reciban las compensaciones que la delegación no puede entregarles, mientras que, la señora Jaramillo busca y... encuentra las respuestas más escandalosas a un asunto que, desde hace mucho, debió haber resuelto con eficacia y discreción al aplicar los reglamentos y nada más.

Vía: Revista Siempre

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