En media hora, tres mil policías federales, estatales y municipales recuperaron el poblado de San Salvador Atenco y regresó la paz. El subcomandante Marcos declaró al EZLN en alerta roja y fue a la zona de conflicto. Los macheteros de Atenco, desde 2001, nutrieron sus filas con grupos de choque radicales como el CGH; fundaciones estadunidenses, grupos clandestinos, militares mexicanos que los entrenaron.
San Salvador Atenco.- Entraron por sorpresa. Ni siquiera dieron tiempo a que los pobladores agarraran sus emblemáticas armas. Cuando David despertó y trató de tomar la suya, siete policías federales ya lo habían rodeado. Un minuto de puñetazos de pie, dos y medio de patadas en el piso y varios más de insultos arrastrado, recibió antes de ser subido a un camión de la Policía Federal Preventiva. Su machete, con la hoja de acero diciendo EZLN, se quedaba callado, mirando a su dueño inconsciente y bañado en sangre.
Así, cinco años después de haberlo intentado por primera vez, las autoridades entraban a San Salvador Atenco.
Unas horas antes del arribo policiaco, los campesinos atrincherados habían bajado la guardia de manera evidente. Información errónea, cansancio por la trifulca de cuatro horas ganada el día anterior y una desventaja numérica de cuatro por uno frente a los 3 mil policías enviados, terminaría con la resistencia que logró realizar un grupo de ejidatarios movilizados en 2001 contra la construcción de un aeropuerto sobre sus tierras.
En apenas cinco minutos, los imbatibles campesinos postrados sobre el kilómetro 27 de la carretera Lechería-Texcoco, corrían de prisa, tratando de reorganizar su defensa desde el interior del poblado. A paso redoblado, el contingente policiaco se posicionaba de la vía federal lanzando bombas de gas lacrimógeno, piedras y golpeando a diestra y siniestra. Oswaldo Ramírez, fotógrafo de MILENIO, padeció de ello, igual la fotógrafa alemana Samanta Dietmar, a quien incluso se la llevaron detenida. Pero estos detalles no importaban. Los efectivos estatales y federales ya sentían cerca la victoria.
Después de que tomaron el control de la carretera, por lo menos siete disparos de armas de fuego salieron de ambos lados. De eso no había duda entre los reporteros apostados en una vivienda ubicada justo en medio de la refriega. Pero lo más no eran las balas, sino los petardos de los pobladores y los escopetazos de sal de los federales.
Así transcurrieron otros 17 minutos de enfrentamientos. La batalla de la calle de los Fresnos terminaba con el lanzamiento de más de 50 bombas de gas lacrimógeno que hacían seguir retrocediendo a los cada vez más disminuidos “macheteros”. Para ese momento ya era evidente que el miedo estaba del lado de los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Se notaba en el semblante de los jóvenes de la caravana zapatista que tenían unas horas de haber llegado al pueblo para solidarizarse. Este miedo no sólo se notaba en el rostro de los flamantes visitantes, el miedo se notaba incluso en los gritos nerviosos, desesperados, de otros dirigentes experimentados y desafiantes como David Pájaro.
Por eso el arribo a la plaza principal no tardó más de cinco minutos. Por seis accesos distintos, las columnas policiacas entraban y resguardaban de inmediato los principales edificios públicos usados como búnkers por los pocos pobladores que todavía estaban en resistencia. Para ese momento, los derrotados ya tenían nombre. El ya casi célebre auditorio Emiliano Zapata, se los daba: “Atenco, Séptimo Batallón de Caballería del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Al cabo de las horas, los triunfadores —vestidos de uniforme— reían recostados en el césped de la plaza principal.
****
El saldo de todas las batallas: un joven de 14 años de edad muerto a causa de un arma de fuego, otro más en estado de coma, 275 pobladores detenidos, dos periodistas (una alemana y una chilena) apresadas, 34 efectivos heridos.
A diferencia del operativo “blanco” presumido por el comisionado de seguridad pública del Estado de México, Wilfredo Robledo Rincón, el secretario de Seguridad Pública Federal, Eduardo Medina Mora, reconoció actos de brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas.
“Cuando se usa la fuerza evidentemente en el calor de estas circunstancias a veces hay excesos que no pueden evitarse”, declaró, para luego resaltar que también hubo “brutalidad en contra de los servidores públicos”.
Pero para las organizaciones adherentes a La Otra Campaña zapatista de la cual forma parte el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, los motivos detrás del silenciamiento de los machetes de Atenco se remontan cinco años atrás. Un documento hecho entre adherentes de La Otra Campaña —y al cual tuvo acceso MILENIO Semanal— revela el balance interno de las filas zapatistas.
“La agresión contra los compañeros de Atenco, organizados en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, no es una casualidad. El desalojo en Texcoco de vendedores ambulantes de flores parece un incidente menor para lo que ha desatado. Si alguien podría pensar que el incidente ocurrido a 8 floristas de una calle por parte de autoridades municipales era casual, la toma del pueblo de Atenco por aproximadamente 3 mil policías federales, estatales y municipales, representa evidentemente una acción decidida calculando las implicaciones políticas”, explica el escrito circulado entre los adherentes zapatistas.
Mientras el EZLN y centenas de organizaciones definían al cierre de esta edición su respuesta frente a la detención masiva en Atenco, el primer balance desde el cónclave zapatista era que lo ocurrido era “Una agresión y provocación contra La Otra Campaña sin lugar a dudas. Ocurre en el momento en que el recorrido del Delegado Zero prácticamente concluía su paso por el Valle de México, antes de avanzar hacia San Luis Potosí donde, por cierto, se había convocado desde antes a una reunión de La Otra para un plan de lucha por la libertad de los presos y desaparecidos políticos. Los de Atenco son parte de La Otra Campaña, pero no cualquiera. En buena parte de los actos de Marcos en el Valle de México los de Atenco se hicieron presentes y de hecho le acompañaron frecuentemente como parte del cordón de seguridad. Siempre mostrando los machetes que le han simbolizado en su lucha. Fue significativa su participación en la marcha del 1 de mayo y cuando acompañaron a Marcos a la cárcel de Chiconautla, Estado de México, donde está presa Gloria Arenas, muy cerca de Atenco, adonde fue esa misma noche. Es decir, que golpear a Atenco es un golpe dirigido contra La Otra Campaña”.
En el escrito también se reiteran las críticas en contra de los tres principales partidos políticos. Se señala a la policía municipal de Texcoco, ahora gobernado por el PRD y que no resolvió por otra vía el conflicto de ocho floristas, la policía estatal del gobierno priista de Enrique Peña Nieto, justificando la toma completa de un pueblo porque un supuesto grupo minoritario lo tenía tomado como rehén, y el Gobierno Federal con la gigantesca participación de la policía federal.
Las críticas siguen: “Todo ello apoyado por la dupla televisiva de Televisa y TV Azteca, los recientes beneficiarios de la aprobada ley de medios. Por eso en la manipulación de las noticias que han venido haciendo los medios de comunicación, especialmente la televisión, se busca introducir el miedo a la participación con la demostración televisiva —y en vivo— de la violencia represiva”.
El regreso a Atenco
El miércoles por la tarde, luego de que la violencia estallara en San Salvador Atenco, el subcomandante Marcos decidió permanecer atrincherado en la casa de seguridad que estableció en la colonia Obrera del Distrito Federal. Desde ahí conoció la información sobre las detenciones en Atenco luego de la entrada de las fuerzas del orden la madrugada del jueves. Pasado el mediodía del viernes Marcos y cientos de sus seguidores iniciaron una movilización hacia el municipio mexiquense.
La primera escala fue en la Universidad Autónoma de Chapingo. Ahí se le unió otra centena de universitarios que por la mañana habían secuestrado varios camiones de la red de Transporte Público del Distrito Federal que tuvieron que abandonar al ser interceptados por la policía capitalina. Allí se decidió iniciar una marcha hasta Atenco, a unos siete kilómetros de distancia. Estudiantes de Chapingo, la UNAM, de los distintos CCH y miembros del Ejército zapatista, formaron un contingente de cerca de cuatro mil personas.
Marcos estuvo todo el tiempo al frente de la marcha custodiado por integrantes del Frente Popular Francisco Villa. A su paso por Texcoco realizaron pintas en las paredes de bancos y de empresas transnacionales como Burger King, exigiendo la libertad de los “presos políticos”. Previo a su llegada, las opiniones de los pobladores de San Salvador Atenco en torno a la visita de Marcos se dividía. Algunos consideraban que la presencia del Delegado Zero no era conveniente ya que “causaría inestabilidad y confusión”. Unos más aseguraban que luego de las detenciones realizadas el jueves, “el EZ ya no tiene nada que hacer aquí”. El trayecto fue a pie y duró más de hora y media. A su llegada, asombró a los simpatizantes del EZLN la ausencia de las fuerzas de seguridad que un día antes se aglomeraban a la entrada del poblado. Durante su recorrido, Marcos se detuvo frente a la casa donde fue detenido el líder de los comuneros, Ignacio del Valle, y después marchó hasta el auditorio Emiliano Zapata, en el centro del poblado, donde América del Valle —que tiene una orden de aprehensión— telefónicamente le hizo un recuento de lo ocurrido y convocó a la resistencia.
Marcos anunció que permanecerá en la Ciudad de México el tiempo necesario hasta que liberen a los “presos políticos”; convocó a la resistencia y a la protesta, y calificó al gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, de “inepto” y a los medios de comunicación de engañar sobre los hechos. El sábado por la mañana encabezó una asamblea.
El EZLN libre para estar en Atenco: SSP
Sobre la presencia del subcomandante en San Salvador Atenco, el procurador general de la República Daniel Cabeza de Vaca, aseguró que “este hombre podrá pararse donde quiera a manifestarse y a expresar sus ideas”. Funcionarios de la secretaría de Seguridad Pública Federal y de la PGR detallaron que no existían órdenes de detener o modificar las actividades de la denominada Otra Campaña, y mucho menos la intención de ingresar de nueva cuenta a San Salvador Atenco con motivo de la presencia del líder zapatista.
Los funcionarios consultados explicaron que mientras todas las actividades ocurran dentro del marco de la ley y no existan hechos de violencia, la autoridad federal e incluso estatal no intervendría. (Daniel Venegas y Diego Enrique Osorno/ enviado)
La invitación de Marcos
A lo largo de los cuatro meses DE La Otra Campaña, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha establecido alianzas con un millar de organizaciones sociales y políticas de más de 20 estados. Todas tienen en común su desmarque de los partidos políticos con registro, el definirse de izquierda anticapitalista y el asumir la realización de un Programa Nacional de Lucha que permita una nueva Constitución.
San Salvador Atenco, es uno de los focos de conflicto “civil y pacíficamente” visitados por el Delegado Zero. La lista va de los campesinos sin tierra de Palenque; los damnificados de Stan; los artesanos de Chichén Itzá, comuneros de La Parota; otomíes de Guanajuato; el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, hasta el mismo Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.
En febrero, MILENIO Semanal, ahondó sobre la conformación de estas redes sociales promovidas por el EZLN, a fin de organizar “desde abajo y a la izquierda”, un movimiento que “sacuda a este país”, tal y como lo ha declarado el subcomandante Marcos. Apenas el pasado 26 de abril, el líder zapatista estuvo en el municipio de San Salvador Atenco. “Aquí hay gente digna, que no se dobla ante los intereses económicos ni políticos y que luchó y sigue luchando por su tierra, su vida, su libertad”, dijo entonces.
Marcos, ante miles de pobladores, aseguró en su discurso: “Venimos a reconocerles cómo nuestros hermanos mayores, porque nos han enseñado también a desafiar al poderoso, a enfrentarlo y a defender con nuestra propia fuerza aquello que nos quieren quitar: la tierra, la libertad y la vida. Esta tierra digna de Atenco tiene mucho que enseñar, no a sólo a nosotros como zapatistas, sino a toda la gente que está luchando”.
El dirigente precisó que “resulta que en cualquier lugar donde se está luchando aparecen los machetes de ustedes dando apoyo, alegría, combatividad a la gente que está sufriendo, no importa lo grande o pequeño que sea ese movimiento”. A los macheteros, Marcos los convenció de unirse a La Otra Campaña. “Compañeros, tienen que hacer una valoración como pueblo y como organización. Han conquistado la tranquilidad en estas tierras, pudieran quedarse así. Estamos seguros de que nadie se las quitará, con esta organización y esta decisión, si pudieran optar por unirse a La Otra Campaña y correr de nuevo los riesgos para defender sus tierras, nada más que ahora para defender una cosa que tal vez muchos ignoran y que nosotros llamamos patria.
“Los necesitamos; necesitamos su decisión, su experiencia. Necesitamos sobre todo su corazón, que es de abajo y es de izquierda. En el caso de que decidieran quedarse donde están, no cambiaría la admiración y respeto que sentimos por ustedes, pero en caso que decidan marchar con nosotros en este nuevo horizonte que pensamos que es la única posibilidad de sobrevivir como seres humanos, como seres dignos, sepan que nuestra alegría será tan grande que rebasará las fronteras”. En la explanada principal de San Francisco Acuexcomac, vecino a Atenco, Marcos habló ante el Frente. “Ahora se trata de mantener esa lucha, de no perder la organización y unirse a otras organizaciones. Les pedimos eso: no suelten la lucha, no suelten la organización, empiecen a tender sus manos, sus voces, a otros compañeros y compañeras, a otros campesinos, indígenas, estudiantes, maestros, toda la gente pobre que hay en este país. Hay mucho que nos tienen que enseñar a todos”. Una semana después de Marcos, entraron 3 mil policías federales y estatales al poblado. (DEO)
Vía: Revista Milenio
San Salvador Atenco.- Entraron por sorpresa. Ni siquiera dieron tiempo a que los pobladores agarraran sus emblemáticas armas. Cuando David despertó y trató de tomar la suya, siete policías federales ya lo habían rodeado. Un minuto de puñetazos de pie, dos y medio de patadas en el piso y varios más de insultos arrastrado, recibió antes de ser subido a un camión de la Policía Federal Preventiva. Su machete, con la hoja de acero diciendo EZLN, se quedaba callado, mirando a su dueño inconsciente y bañado en sangre.
Así, cinco años después de haberlo intentado por primera vez, las autoridades entraban a San Salvador Atenco.
Unas horas antes del arribo policiaco, los campesinos atrincherados habían bajado la guardia de manera evidente. Información errónea, cansancio por la trifulca de cuatro horas ganada el día anterior y una desventaja numérica de cuatro por uno frente a los 3 mil policías enviados, terminaría con la resistencia que logró realizar un grupo de ejidatarios movilizados en 2001 contra la construcción de un aeropuerto sobre sus tierras.
En apenas cinco minutos, los imbatibles campesinos postrados sobre el kilómetro 27 de la carretera Lechería-Texcoco, corrían de prisa, tratando de reorganizar su defensa desde el interior del poblado. A paso redoblado, el contingente policiaco se posicionaba de la vía federal lanzando bombas de gas lacrimógeno, piedras y golpeando a diestra y siniestra. Oswaldo Ramírez, fotógrafo de MILENIO, padeció de ello, igual la fotógrafa alemana Samanta Dietmar, a quien incluso se la llevaron detenida. Pero estos detalles no importaban. Los efectivos estatales y federales ya sentían cerca la victoria.
Después de que tomaron el control de la carretera, por lo menos siete disparos de armas de fuego salieron de ambos lados. De eso no había duda entre los reporteros apostados en una vivienda ubicada justo en medio de la refriega. Pero lo más no eran las balas, sino los petardos de los pobladores y los escopetazos de sal de los federales.
Así transcurrieron otros 17 minutos de enfrentamientos. La batalla de la calle de los Fresnos terminaba con el lanzamiento de más de 50 bombas de gas lacrimógeno que hacían seguir retrocediendo a los cada vez más disminuidos “macheteros”. Para ese momento ya era evidente que el miedo estaba del lado de los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Se notaba en el semblante de los jóvenes de la caravana zapatista que tenían unas horas de haber llegado al pueblo para solidarizarse. Este miedo no sólo se notaba en el rostro de los flamantes visitantes, el miedo se notaba incluso en los gritos nerviosos, desesperados, de otros dirigentes experimentados y desafiantes como David Pájaro.
Por eso el arribo a la plaza principal no tardó más de cinco minutos. Por seis accesos distintos, las columnas policiacas entraban y resguardaban de inmediato los principales edificios públicos usados como búnkers por los pocos pobladores que todavía estaban en resistencia. Para ese momento, los derrotados ya tenían nombre. El ya casi célebre auditorio Emiliano Zapata, se los daba: “Atenco, Séptimo Batallón de Caballería del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Al cabo de las horas, los triunfadores —vestidos de uniforme— reían recostados en el césped de la plaza principal.
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El saldo de todas las batallas: un joven de 14 años de edad muerto a causa de un arma de fuego, otro más en estado de coma, 275 pobladores detenidos, dos periodistas (una alemana y una chilena) apresadas, 34 efectivos heridos.
A diferencia del operativo “blanco” presumido por el comisionado de seguridad pública del Estado de México, Wilfredo Robledo Rincón, el secretario de Seguridad Pública Federal, Eduardo Medina Mora, reconoció actos de brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas.
“Cuando se usa la fuerza evidentemente en el calor de estas circunstancias a veces hay excesos que no pueden evitarse”, declaró, para luego resaltar que también hubo “brutalidad en contra de los servidores públicos”.
Pero para las organizaciones adherentes a La Otra Campaña zapatista de la cual forma parte el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, los motivos detrás del silenciamiento de los machetes de Atenco se remontan cinco años atrás. Un documento hecho entre adherentes de La Otra Campaña —y al cual tuvo acceso MILENIO Semanal— revela el balance interno de las filas zapatistas.
“La agresión contra los compañeros de Atenco, organizados en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, no es una casualidad. El desalojo en Texcoco de vendedores ambulantes de flores parece un incidente menor para lo que ha desatado. Si alguien podría pensar que el incidente ocurrido a 8 floristas de una calle por parte de autoridades municipales era casual, la toma del pueblo de Atenco por aproximadamente 3 mil policías federales, estatales y municipales, representa evidentemente una acción decidida calculando las implicaciones políticas”, explica el escrito circulado entre los adherentes zapatistas.
Mientras el EZLN y centenas de organizaciones definían al cierre de esta edición su respuesta frente a la detención masiva en Atenco, el primer balance desde el cónclave zapatista era que lo ocurrido era “Una agresión y provocación contra La Otra Campaña sin lugar a dudas. Ocurre en el momento en que el recorrido del Delegado Zero prácticamente concluía su paso por el Valle de México, antes de avanzar hacia San Luis Potosí donde, por cierto, se había convocado desde antes a una reunión de La Otra para un plan de lucha por la libertad de los presos y desaparecidos políticos. Los de Atenco son parte de La Otra Campaña, pero no cualquiera. En buena parte de los actos de Marcos en el Valle de México los de Atenco se hicieron presentes y de hecho le acompañaron frecuentemente como parte del cordón de seguridad. Siempre mostrando los machetes que le han simbolizado en su lucha. Fue significativa su participación en la marcha del 1 de mayo y cuando acompañaron a Marcos a la cárcel de Chiconautla, Estado de México, donde está presa Gloria Arenas, muy cerca de Atenco, adonde fue esa misma noche. Es decir, que golpear a Atenco es un golpe dirigido contra La Otra Campaña”.
En el escrito también se reiteran las críticas en contra de los tres principales partidos políticos. Se señala a la policía municipal de Texcoco, ahora gobernado por el PRD y que no resolvió por otra vía el conflicto de ocho floristas, la policía estatal del gobierno priista de Enrique Peña Nieto, justificando la toma completa de un pueblo porque un supuesto grupo minoritario lo tenía tomado como rehén, y el Gobierno Federal con la gigantesca participación de la policía federal.
Las críticas siguen: “Todo ello apoyado por la dupla televisiva de Televisa y TV Azteca, los recientes beneficiarios de la aprobada ley de medios. Por eso en la manipulación de las noticias que han venido haciendo los medios de comunicación, especialmente la televisión, se busca introducir el miedo a la participación con la demostración televisiva —y en vivo— de la violencia represiva”.
El regreso a Atenco
El miércoles por la tarde, luego de que la violencia estallara en San Salvador Atenco, el subcomandante Marcos decidió permanecer atrincherado en la casa de seguridad que estableció en la colonia Obrera del Distrito Federal. Desde ahí conoció la información sobre las detenciones en Atenco luego de la entrada de las fuerzas del orden la madrugada del jueves. Pasado el mediodía del viernes Marcos y cientos de sus seguidores iniciaron una movilización hacia el municipio mexiquense.
La primera escala fue en la Universidad Autónoma de Chapingo. Ahí se le unió otra centena de universitarios que por la mañana habían secuestrado varios camiones de la red de Transporte Público del Distrito Federal que tuvieron que abandonar al ser interceptados por la policía capitalina. Allí se decidió iniciar una marcha hasta Atenco, a unos siete kilómetros de distancia. Estudiantes de Chapingo, la UNAM, de los distintos CCH y miembros del Ejército zapatista, formaron un contingente de cerca de cuatro mil personas.
Marcos estuvo todo el tiempo al frente de la marcha custodiado por integrantes del Frente Popular Francisco Villa. A su paso por Texcoco realizaron pintas en las paredes de bancos y de empresas transnacionales como Burger King, exigiendo la libertad de los “presos políticos”. Previo a su llegada, las opiniones de los pobladores de San Salvador Atenco en torno a la visita de Marcos se dividía. Algunos consideraban que la presencia del Delegado Zero no era conveniente ya que “causaría inestabilidad y confusión”. Unos más aseguraban que luego de las detenciones realizadas el jueves, “el EZ ya no tiene nada que hacer aquí”. El trayecto fue a pie y duró más de hora y media. A su llegada, asombró a los simpatizantes del EZLN la ausencia de las fuerzas de seguridad que un día antes se aglomeraban a la entrada del poblado. Durante su recorrido, Marcos se detuvo frente a la casa donde fue detenido el líder de los comuneros, Ignacio del Valle, y después marchó hasta el auditorio Emiliano Zapata, en el centro del poblado, donde América del Valle —que tiene una orden de aprehensión— telefónicamente le hizo un recuento de lo ocurrido y convocó a la resistencia.
Marcos anunció que permanecerá en la Ciudad de México el tiempo necesario hasta que liberen a los “presos políticos”; convocó a la resistencia y a la protesta, y calificó al gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, de “inepto” y a los medios de comunicación de engañar sobre los hechos. El sábado por la mañana encabezó una asamblea.
El EZLN libre para estar en Atenco: SSP
Sobre la presencia del subcomandante en San Salvador Atenco, el procurador general de la República Daniel Cabeza de Vaca, aseguró que “este hombre podrá pararse donde quiera a manifestarse y a expresar sus ideas”. Funcionarios de la secretaría de Seguridad Pública Federal y de la PGR detallaron que no existían órdenes de detener o modificar las actividades de la denominada Otra Campaña, y mucho menos la intención de ingresar de nueva cuenta a San Salvador Atenco con motivo de la presencia del líder zapatista.
Los funcionarios consultados explicaron que mientras todas las actividades ocurran dentro del marco de la ley y no existan hechos de violencia, la autoridad federal e incluso estatal no intervendría. (Daniel Venegas y Diego Enrique Osorno/ enviado)
La invitación de Marcos
A lo largo de los cuatro meses DE La Otra Campaña, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha establecido alianzas con un millar de organizaciones sociales y políticas de más de 20 estados. Todas tienen en común su desmarque de los partidos políticos con registro, el definirse de izquierda anticapitalista y el asumir la realización de un Programa Nacional de Lucha que permita una nueva Constitución.
San Salvador Atenco, es uno de los focos de conflicto “civil y pacíficamente” visitados por el Delegado Zero. La lista va de los campesinos sin tierra de Palenque; los damnificados de Stan; los artesanos de Chichén Itzá, comuneros de La Parota; otomíes de Guanajuato; el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, hasta el mismo Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.
En febrero, MILENIO Semanal, ahondó sobre la conformación de estas redes sociales promovidas por el EZLN, a fin de organizar “desde abajo y a la izquierda”, un movimiento que “sacuda a este país”, tal y como lo ha declarado el subcomandante Marcos. Apenas el pasado 26 de abril, el líder zapatista estuvo en el municipio de San Salvador Atenco. “Aquí hay gente digna, que no se dobla ante los intereses económicos ni políticos y que luchó y sigue luchando por su tierra, su vida, su libertad”, dijo entonces.
Marcos, ante miles de pobladores, aseguró en su discurso: “Venimos a reconocerles cómo nuestros hermanos mayores, porque nos han enseñado también a desafiar al poderoso, a enfrentarlo y a defender con nuestra propia fuerza aquello que nos quieren quitar: la tierra, la libertad y la vida. Esta tierra digna de Atenco tiene mucho que enseñar, no a sólo a nosotros como zapatistas, sino a toda la gente que está luchando”.
El dirigente precisó que “resulta que en cualquier lugar donde se está luchando aparecen los machetes de ustedes dando apoyo, alegría, combatividad a la gente que está sufriendo, no importa lo grande o pequeño que sea ese movimiento”. A los macheteros, Marcos los convenció de unirse a La Otra Campaña. “Compañeros, tienen que hacer una valoración como pueblo y como organización. Han conquistado la tranquilidad en estas tierras, pudieran quedarse así. Estamos seguros de que nadie se las quitará, con esta organización y esta decisión, si pudieran optar por unirse a La Otra Campaña y correr de nuevo los riesgos para defender sus tierras, nada más que ahora para defender una cosa que tal vez muchos ignoran y que nosotros llamamos patria.
“Los necesitamos; necesitamos su decisión, su experiencia. Necesitamos sobre todo su corazón, que es de abajo y es de izquierda. En el caso de que decidieran quedarse donde están, no cambiaría la admiración y respeto que sentimos por ustedes, pero en caso que decidan marchar con nosotros en este nuevo horizonte que pensamos que es la única posibilidad de sobrevivir como seres humanos, como seres dignos, sepan que nuestra alegría será tan grande que rebasará las fronteras”. En la explanada principal de San Francisco Acuexcomac, vecino a Atenco, Marcos habló ante el Frente. “Ahora se trata de mantener esa lucha, de no perder la organización y unirse a otras organizaciones. Les pedimos eso: no suelten la lucha, no suelten la organización, empiecen a tender sus manos, sus voces, a otros compañeros y compañeras, a otros campesinos, indígenas, estudiantes, maestros, toda la gente pobre que hay en este país. Hay mucho que nos tienen que enseñar a todos”. Una semana después de Marcos, entraron 3 mil policías federales y estatales al poblado. (DEO)
Vía: Revista Milenio
Como es un tema que tocas en tu artículo, permíteme invitarte a visitar mi pequeña contribución al asunto de la violencia en la televisión, que precisamente he publicado en mi blog hoy mismo. Muchas gracias.
Telebasura - Vuelo de una mosca hacia la dignidad