Intelectuales a ultras panistas: No pasarán
0 Comments Published by Unknown on martes, abril 18, 2006 at 7:57 p.m..
Por José Emilio Pacheco
Dos Palabras
¿Hasta dónde llegaremos en la degradación y el envilecimiento de México? ¿Por qué hemos tolerado este descenso plural a los abismos? Hago cualquier cosa por Elena Poniatowska, pero ella no necesita que la defienda: su obra misma es la mejor defensa. A Manuel Espino no le hacen ninguna falta mis ataques: sus propias palabras son su más cruel autorretrato y la crítica más devastadora de él mismo contra sí mismo.
No me explico en qué forma Espino se dice representante de un partido que fundó Manuel Gómez Morín. No sé cómo los panistas toleran que pretenda hablar en nombre de ellos. Imaginemos el porvenir de México si un personaje como Espino llegara a un puesto de poder.
La política fue inventada para civilizar la discordia. ¿Queremos regresarla a la edad cavernaria del garrote y la lucha de todos contra todos? Si no se detiene ahora mismo la violencia verbal que arrasa a México, el próximo paso inevitable será la violencia a secas, la violencia sin adjetivos. Tal parece que estamos empeñados en acabar con todo lo que se logró mediante inmensos esfuerzos y sacrificios humanos y en sustituir nuestra precaria democracia por el horror de una Bosnia mexicana.
El término intelectual se inventó en la Francia de 1898 para referirse a los que se atrevieron a defender al capitán Dreyfus, acusado de traición a la patria, injustamente como se comprobó después. Intelectual, dice Gabriel Zaid, es el escritor, el científico o el artista que asume una posición pública frente a un problema específico.
Su primer y máximo ejemplo fue Emile Zolá que pagó con la vida su valentía. ¿Quiénes se alzaban contra los intelectuales del affaire Dreyfus? Precisamente aquellos que no tardarían en producir el Holocausto, el desastre de Francia, de Alemania y el mundo entero.
No deseo que haya muertos de ningún bando en México. Tampoco quiero que continuemos en el pantano que nos mancha a todos. Una vez más doy las gracias a Elena Poniatowska porque sin proponérselo nos ha revelado quiénes somos y en dónde estamos. A Espino y a sus compañeros de El Yunque les recuerdo dos sencillas palabras: No Pasarán.
Vía: Revista Proceso
Dos Palabras
¿Hasta dónde llegaremos en la degradación y el envilecimiento de México? ¿Por qué hemos tolerado este descenso plural a los abismos? Hago cualquier cosa por Elena Poniatowska, pero ella no necesita que la defienda: su obra misma es la mejor defensa. A Manuel Espino no le hacen ninguna falta mis ataques: sus propias palabras son su más cruel autorretrato y la crítica más devastadora de él mismo contra sí mismo.
No me explico en qué forma Espino se dice representante de un partido que fundó Manuel Gómez Morín. No sé cómo los panistas toleran que pretenda hablar en nombre de ellos. Imaginemos el porvenir de México si un personaje como Espino llegara a un puesto de poder.
La política fue inventada para civilizar la discordia. ¿Queremos regresarla a la edad cavernaria del garrote y la lucha de todos contra todos? Si no se detiene ahora mismo la violencia verbal que arrasa a México, el próximo paso inevitable será la violencia a secas, la violencia sin adjetivos. Tal parece que estamos empeñados en acabar con todo lo que se logró mediante inmensos esfuerzos y sacrificios humanos y en sustituir nuestra precaria democracia por el horror de una Bosnia mexicana.
El término intelectual se inventó en la Francia de 1898 para referirse a los que se atrevieron a defender al capitán Dreyfus, acusado de traición a la patria, injustamente como se comprobó después. Intelectual, dice Gabriel Zaid, es el escritor, el científico o el artista que asume una posición pública frente a un problema específico.
Su primer y máximo ejemplo fue Emile Zolá que pagó con la vida su valentía. ¿Quiénes se alzaban contra los intelectuales del affaire Dreyfus? Precisamente aquellos que no tardarían en producir el Holocausto, el desastre de Francia, de Alemania y el mundo entero.
No deseo que haya muertos de ningún bando en México. Tampoco quiero que continuemos en el pantano que nos mancha a todos. Una vez más doy las gracias a Elena Poniatowska porque sin proponérselo nos ha revelado quiénes somos y en dónde estamos. A Espino y a sus compañeros de El Yunque les recuerdo dos sencillas palabras: No Pasarán.
Vía: Revista Proceso
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