Encuesta sui géneris
Por Jorge Francisco Moncada
Hacer de la política un producto de consumo más cuya venta sólo garantiza la promoción mediática y la estrategia publicitaria es ya pan de cada día en el mundo. Pero no siempre resulta una práctica perversa ni mezquina, pues hay países donde partidos, autoridades y gobernados realmente se ocupan de consolidar cada vez más salvaguardas para impedir que los procesos electorales perjudiquen intereses básicos de la sociedad.
En comparación con la experiencia que acumulan en la materia esas naciones, en México el desarrollo del llamado marketing político continúa en ciernes y mucho falta por hacer para transformar en hábito de nuestra democracia una disciplina que aquí resulta más bien receta de negocios o vía de corrupción.
No pocas veces, por ejemplo, las encuestas de opinión pública provocan desconfianza entre la población y son incluso denunciadas como carentes de objetividad cuando se considera que sus resultados intentan favorecer a determinado candidato.Y como sin duda las encuestas representan, a querer o no, un elemento fundamental para el marketing político por su propia naturaleza, es lógico que se busquen mecanismos para perfeccionarlas y reducir cuanto sea posible su margen de error.
Pero hay también otras maneras de aprovecharlas al máximo, como demuestra el modelo de consulta que la empresa Survey propone aplicar ahora respecto de la campaña electoral rumbo a los comicios de julio próximo: además de medir la predisposición de los votantes frente a los distintos candidatos, busca revelar qué intereses, demandas o urgencias predominan entre la población y ofrecer así una herramienta que podría resultar clave para el diseño de un proyecto de nación que de verdad satisfaga las principales expectativas de los mexicanos.
Eneatipos
Con base en lo que denomina como Eneagrama (palabra griega cuyo significado es “diagrama de nueve partes”), el modelo de Survey identifica precisamente nueve clases de personalidad en los humanos para clasificar sus pautas de conducta y conocer sus estrategias de vida; es decir, “su forma de responder a los estímulos del medio ambiente”.
El Eneagrama clasifica tres caminos o estrategias de vida básicas entre los seres humanos: emocional (corazón), racional (mente) e instintiva (sensorial), cada uno de los cuales puede predominar en una persona pero siempre se combina con los otros y da entonces como resultado nueve eneatipos o personalidades básicas.
Se trata de un modelo de encuesta en que los entrevistados responden preguntas que sirven primero para ubicarlos en alguna de las nueve personalidades tipo (mediante una segmentación por eneatipos) y a partir de dichos grupos analizar preferencias e intereses que los identifican con el tema medular del sondeo.
De acuerdo con el modelo que Survey desarrolla, los resultados demuestran cómo los distintos tipos de personalidades que tenemos los seres humanos influyen en la toma de decisiones.
Si se aplica el esquema en el plano electoral se logra una lectura muy diferente de las encuestas tradicionales, porque no intenta establecer quién ganará o quién tiene mayores preferencias —aunque sí muestra tendencias en este sentido—, sino más bien con cuáles candidatos la gente se identifica en mayor medida y por qué.
Así, aunque no deja de ser una herramienta de marketing político que puede ser de gran utilidad para quienes la apliquen con el propósito de optimizar sus estrategias hacia la conquista del poder, el modelo de Survey abre a esos mismos políticos la oportunidad de conocer de cerca los intereses o requerimientos más urgentes del electorado… lo cual bien podría traducirse en beneficios para la sociedad en general: teóricamente, atraer a cierto grupo de votantes provocará que un candidato se vea obligado a elaborar propuestas y programas de gobierno acordes con expectativas concretas.
Resultados
Luis Arturo Hernández Flores, director general de Survey, explica en entrevista con Vértigo que lo fundamental es identificar “las pautas de conducta sicomotiva de los encuestados, que de manera automática se manifiesta frente a determinados eventos para estudios de mercado. Y podemos ver que ciertos estímulos, imágenes, acciones o palabras activan en ellos una reacción positiva o negativa y así atraer su preferencia”.
La misma técnica se aplicó a finales del año pasado y enero último para el análisis de la campaña electoral, entre quienes afirmaron que acudirán a votar en los comicios de julio.
—¿ Esa encuesta les resultó satisfactoria, considerando que aplicaron su modelo a un tema siempre tan imprevisible como el político?
— Bueno, nos permite hacernos una idea sobre las conductas dominantes en esa gama de encuestados, así como la percepción que despierta en cada uno de los nueve tipos de personalidades cada candidato.
Es decir: cuáles atributos otorgan los votantes potenciales a los candidatos, partiendo de la personalidad misma de los encuestados; y cómo o por qué se identifican con alguno en especial, así como las expectativas que los aspirantes presidenciales provocan en ellos para motivar sus preferencias electorales.
Realizamos la muestra en la ciudad de México y Guadalajara, entre gente mayor de 18 años que tiene credencial de elector y afirma que votará en julio. De acuerdo con los resultados, los votantes en su mayoría se acercan más al eje racional que al emotivo y al instintivo. Sabiendo cuáles personalidades dominan en el sector en cuestión, el de los votantes, podemos determinar qué tipo de conductas espera la gente por parte de los candidatos y cuáles cualidades o debilidades les atribuye.
La lectura de tal ejercicio nos permite ver qué tipo de votante se identifica más con la personalidad que atribuye él mismo a determinado candidato y cómo decide votar con base en esa empatía virtual.
Digamos que de acuerdo con su propia personalidad unos se inclinan por el candidato cuyas propuestas de gobierno satisfacen sus propias expectativas; en otros pesa más la opinión de los analistas o los expertos; hay quienes evalúan más bien la forma en que ha gobernado cada partido o candidato; y, por supuesto, están los que deciden según la suma de dos o más factores como los mencionados.
Algunos, además, prefieren al candidato en el que perciben un fuerte compromiso con la ciudadanía, con el país o con el pueblo, así como sensibilidad hacia los más desprotegidos y don de mando; otros, en cambio, privilegian la opinión de familiares, amigos o conocidos, mientras que los terceros votan por mera simpatía hacia un candidato e incluso hay quienes lo hacen siempre por un mismo partido político sin importar quién sea el candidato.
Personalidades
La lectura del sondeo permite, de hecho, ver qué tipo de personalidad le atribuyen los encuestados a cada uno de los tres más fuertes aspirantes a la presidencia de la república.
A López Obrador, por ejemplo, la mayoría de los consultados le atribuye características que corresponden a personalidades de triunfador, leal y líder, principalmente.
De acuerdo con esa percepción, “podemos decir que para los votantes el candidato perredista proyecta una personalidad que se acentúa en tres aspectos: es visto como una persona que busca tener buena imagen, destacar y ser reconocida; que conduce sus actos con compromiso y responsabilidad, sabe cumplir acuerdos, y tiene determinación y firmeza para decidir en momentos difíciles”.
En el caso de Madrazo Pintado la personalidad preponderante que proyecta el abanderado priísta, según los encuestados, es la de triunfador (recuadro), seguida muy de lejos por las de pacificador y líder. Por lo tanto, se le percibe como una persona que se conduce por las emociones y en la que dominan tres propósitos esenciales: tener buena imagen, destacar y obtener reconocimiento.
La parte negativa que caracteriza la personalidad que se le atribuye a Madrazo se vincula, por cierto, “con la determinación característica del triunfador para conseguir el éxito —el poder, en este caso— a costa de los demás y por encima de lo que sea”.
En Calderón Hinojosa los votantes perciben también preponderantemente una personalidad de triunfador, complementada con las de pacificador y ayudador: por ello comparte con el abanderado priista el interés prioritario en tener buena imagen, destacar y obtener reconocimiento.
Pero contrario a la percepción que provoca Madrazo en la mayoría de los encuestados, la personalidad de ayudador que se atribuye al candidato panista “revela que para la gente Calderón proyecta la imagen de un hombre cuyo carácter tranquilo transmite paz y que sabe ceder cuando se requiere”.
Propósitos y posibilidades
Este método, entonces, nos ofrece fundamentalmente dos lecturas de la campaña: en primera, nos deja evaluar cuáles atributos de un candidato identificamos más con nuestra propia forma de ser y, por lo tanto, con cuál nos identificamos en mayor medida; en segunda, nos da oportunidad de saber qué personalidades percibimos en los candidatos y analizar de acuerdo a ellas el tipo de liderazgo que podría desarrollar cada cual.
Son lecturas en las que podríamos encontrar conexiones entre candidatos y electores, con las que sería posible ajustar una comunicación efectiva de acuerdo con esas pautas de conducta que tienen los posibles votantes y que los mismos asignan a cada candidato.
— Lo cierto es que la personalidad que los encuestados atribuyen a un candidato depende, en mucho, de la información que tienen de él, de sus acciones o sus propuestas. Y si de acuerdo con el sondeo uno de cada cuatro consultados no conoce a Calderón, el margen de error del ejercicio resulta difícil de precisar.
— Por eso hay que insistir en que nuestra metodología lo que busca es ofrecer una lectura muy distinta de las que ofrecen las encuestas tradicionales y al aplicarlo esta vez al tema de la campaña electoral no pretendemos determinar intenciones de voto, como tampoco definir preferencias partidarias. Es un modelo de consulta útil sobre todo para cuestiones de marketing, las relativas a promoción o a estrategias de publicidad, y la misma utilidad tiene si la enfocamos al estudio de personalidad de los electores.
Claro que nuestro modelo bien puede servir para encuestas específicas respecto de intenciones de voto y preferencias políticas, pero un estudio así requiere de factores más rigurosos, de una muestra más probabilística y que incluya mayores elementos aleatorios para fortalecer el nivel de certeza o, si se prefiere decirlo así, disminuir su margen de error.
De ahí que los responsables de las encuestas de Survey prefieran apegarse de modo estricto al esquema y divulgar sus resultados con el rigor metodológico que acostumbran, aun cuando reconocen que las conclusiones resultan en este caso de análisis político potencialmente aprovechables desde otras perspectivas.
Por ejemplo: en su sondeo de noviembre Survey plantea respecto del “perfil sicoemotivo de los votantes” que 44% de los consultados revela personalidades del tipo racional, 34% del instintivo y 33 del emotivo; pero sin adulterar ni corromper dichos resultados, sin duda otra lectura de los mismos datos permite señalar que hoy en casi la mitad de los mexicanos es la razón —por encima de las emociones y el instinto— el factor que más pesa para su identificación con determinado candidato rumbo a los comicios de julio próximo.
Otro ejemplo: de acuerdo con su encuesta del pasado enero sobre la personalidad que atribuye la mayoría de los entrevistados a los principales contendientes en la campaña presidencial, Survey resalta en cambio un “perfil sicoemotivo de los candidatos a la presidencia”, según el cual domina en todos ellos la parte emotiva (50% en promedio), seguida por la instintiva (23%) y la racional (apenas 15% en promedio); mientras desde otra perspectiva es posible decir entonces —sin ánimo de ofender— que para la mayoría de la gente los aspirantes al Poder Ejecutivo proyectan la imagen de personas ¡con más corazón (emoción) que mente (razón)!
Igualmente, la última encuesta señala que repuntan entre los entrevistados en la ciudad de México las personalidades con predominio de la razón: leal (21%), perfeccionista (15%) y pacifista (14%)… pero una percepción que no por diferente altera los resultados que reporta Survey destaca en cambio que la suma de los tres porcentajes equivale a señalar que 50% de los capitalinos participantes en el sondeo pueden identificarse con un candidato principalmente a través del racionamiento y no por simple corazonada o mero instinto.
Futuro
El modelo de Survey puede por lo tanto servir de base para ofrecer cada vez más oportunidades a los candidatos para segmentar a los posibles votantes en términos de una nueva metodología; tener así un conocimiento más preciso de los electores y optimar la manera de comunicarse con ellos; así como para ir ajustando las pautas de conducta que generan frente al electorado y mejorar su imagen.
Y también puede servir a los partidos políticos para decidir cuál aspirante a una candidatura proyecta el tipo de personalidad que satisface las pautas de conducta que privilegian los votantes.
Amén de que haciendo una lectura eficaz de este tipo de encuestas puede provocarse que la disposición se convierta en conducta concreta… en ambos sentidos: del votante hacia el candidato y del político hacia el electorado.
jmoncada@revistavertigo.com
Vía: Revista Vértigo
Por Jorge Francisco Moncada
Hacer de la política un producto de consumo más cuya venta sólo garantiza la promoción mediática y la estrategia publicitaria es ya pan de cada día en el mundo. Pero no siempre resulta una práctica perversa ni mezquina, pues hay países donde partidos, autoridades y gobernados realmente se ocupan de consolidar cada vez más salvaguardas para impedir que los procesos electorales perjudiquen intereses básicos de la sociedad.
En comparación con la experiencia que acumulan en la materia esas naciones, en México el desarrollo del llamado marketing político continúa en ciernes y mucho falta por hacer para transformar en hábito de nuestra democracia una disciplina que aquí resulta más bien receta de negocios o vía de corrupción.
No pocas veces, por ejemplo, las encuestas de opinión pública provocan desconfianza entre la población y son incluso denunciadas como carentes de objetividad cuando se considera que sus resultados intentan favorecer a determinado candidato.Y como sin duda las encuestas representan, a querer o no, un elemento fundamental para el marketing político por su propia naturaleza, es lógico que se busquen mecanismos para perfeccionarlas y reducir cuanto sea posible su margen de error.
Pero hay también otras maneras de aprovecharlas al máximo, como demuestra el modelo de consulta que la empresa Survey propone aplicar ahora respecto de la campaña electoral rumbo a los comicios de julio próximo: además de medir la predisposición de los votantes frente a los distintos candidatos, busca revelar qué intereses, demandas o urgencias predominan entre la población y ofrecer así una herramienta que podría resultar clave para el diseño de un proyecto de nación que de verdad satisfaga las principales expectativas de los mexicanos.
Eneatipos
Con base en lo que denomina como Eneagrama (palabra griega cuyo significado es “diagrama de nueve partes”), el modelo de Survey identifica precisamente nueve clases de personalidad en los humanos para clasificar sus pautas de conducta y conocer sus estrategias de vida; es decir, “su forma de responder a los estímulos del medio ambiente”.
El Eneagrama clasifica tres caminos o estrategias de vida básicas entre los seres humanos: emocional (corazón), racional (mente) e instintiva (sensorial), cada uno de los cuales puede predominar en una persona pero siempre se combina con los otros y da entonces como resultado nueve eneatipos o personalidades básicas.
Se trata de un modelo de encuesta en que los entrevistados responden preguntas que sirven primero para ubicarlos en alguna de las nueve personalidades tipo (mediante una segmentación por eneatipos) y a partir de dichos grupos analizar preferencias e intereses que los identifican con el tema medular del sondeo.
De acuerdo con el modelo que Survey desarrolla, los resultados demuestran cómo los distintos tipos de personalidades que tenemos los seres humanos influyen en la toma de decisiones.
Si se aplica el esquema en el plano electoral se logra una lectura muy diferente de las encuestas tradicionales, porque no intenta establecer quién ganará o quién tiene mayores preferencias —aunque sí muestra tendencias en este sentido—, sino más bien con cuáles candidatos la gente se identifica en mayor medida y por qué.
Así, aunque no deja de ser una herramienta de marketing político que puede ser de gran utilidad para quienes la apliquen con el propósito de optimizar sus estrategias hacia la conquista del poder, el modelo de Survey abre a esos mismos políticos la oportunidad de conocer de cerca los intereses o requerimientos más urgentes del electorado… lo cual bien podría traducirse en beneficios para la sociedad en general: teóricamente, atraer a cierto grupo de votantes provocará que un candidato se vea obligado a elaborar propuestas y programas de gobierno acordes con expectativas concretas.
Resultados
Luis Arturo Hernández Flores, director general de Survey, explica en entrevista con Vértigo que lo fundamental es identificar “las pautas de conducta sicomotiva de los encuestados, que de manera automática se manifiesta frente a determinados eventos para estudios de mercado. Y podemos ver que ciertos estímulos, imágenes, acciones o palabras activan en ellos una reacción positiva o negativa y así atraer su preferencia”.
La misma técnica se aplicó a finales del año pasado y enero último para el análisis de la campaña electoral, entre quienes afirmaron que acudirán a votar en los comicios de julio.
—¿ Esa encuesta les resultó satisfactoria, considerando que aplicaron su modelo a un tema siempre tan imprevisible como el político?
— Bueno, nos permite hacernos una idea sobre las conductas dominantes en esa gama de encuestados, así como la percepción que despierta en cada uno de los nueve tipos de personalidades cada candidato.
Es decir: cuáles atributos otorgan los votantes potenciales a los candidatos, partiendo de la personalidad misma de los encuestados; y cómo o por qué se identifican con alguno en especial, así como las expectativas que los aspirantes presidenciales provocan en ellos para motivar sus preferencias electorales.
Realizamos la muestra en la ciudad de México y Guadalajara, entre gente mayor de 18 años que tiene credencial de elector y afirma que votará en julio. De acuerdo con los resultados, los votantes en su mayoría se acercan más al eje racional que al emotivo y al instintivo. Sabiendo cuáles personalidades dominan en el sector en cuestión, el de los votantes, podemos determinar qué tipo de conductas espera la gente por parte de los candidatos y cuáles cualidades o debilidades les atribuye.
La lectura de tal ejercicio nos permite ver qué tipo de votante se identifica más con la personalidad que atribuye él mismo a determinado candidato y cómo decide votar con base en esa empatía virtual.
Digamos que de acuerdo con su propia personalidad unos se inclinan por el candidato cuyas propuestas de gobierno satisfacen sus propias expectativas; en otros pesa más la opinión de los analistas o los expertos; hay quienes evalúan más bien la forma en que ha gobernado cada partido o candidato; y, por supuesto, están los que deciden según la suma de dos o más factores como los mencionados.
Algunos, además, prefieren al candidato en el que perciben un fuerte compromiso con la ciudadanía, con el país o con el pueblo, así como sensibilidad hacia los más desprotegidos y don de mando; otros, en cambio, privilegian la opinión de familiares, amigos o conocidos, mientras que los terceros votan por mera simpatía hacia un candidato e incluso hay quienes lo hacen siempre por un mismo partido político sin importar quién sea el candidato.
Personalidades
La lectura del sondeo permite, de hecho, ver qué tipo de personalidad le atribuyen los encuestados a cada uno de los tres más fuertes aspirantes a la presidencia de la república.
A López Obrador, por ejemplo, la mayoría de los consultados le atribuye características que corresponden a personalidades de triunfador, leal y líder, principalmente.
De acuerdo con esa percepción, “podemos decir que para los votantes el candidato perredista proyecta una personalidad que se acentúa en tres aspectos: es visto como una persona que busca tener buena imagen, destacar y ser reconocida; que conduce sus actos con compromiso y responsabilidad, sabe cumplir acuerdos, y tiene determinación y firmeza para decidir en momentos difíciles”.
En el caso de Madrazo Pintado la personalidad preponderante que proyecta el abanderado priísta, según los encuestados, es la de triunfador (recuadro), seguida muy de lejos por las de pacificador y líder. Por lo tanto, se le percibe como una persona que se conduce por las emociones y en la que dominan tres propósitos esenciales: tener buena imagen, destacar y obtener reconocimiento.
La parte negativa que caracteriza la personalidad que se le atribuye a Madrazo se vincula, por cierto, “con la determinación característica del triunfador para conseguir el éxito —el poder, en este caso— a costa de los demás y por encima de lo que sea”.
En Calderón Hinojosa los votantes perciben también preponderantemente una personalidad de triunfador, complementada con las de pacificador y ayudador: por ello comparte con el abanderado priista el interés prioritario en tener buena imagen, destacar y obtener reconocimiento.
Pero contrario a la percepción que provoca Madrazo en la mayoría de los encuestados, la personalidad de ayudador que se atribuye al candidato panista “revela que para la gente Calderón proyecta la imagen de un hombre cuyo carácter tranquilo transmite paz y que sabe ceder cuando se requiere”.
Propósitos y posibilidades
Este método, entonces, nos ofrece fundamentalmente dos lecturas de la campaña: en primera, nos deja evaluar cuáles atributos de un candidato identificamos más con nuestra propia forma de ser y, por lo tanto, con cuál nos identificamos en mayor medida; en segunda, nos da oportunidad de saber qué personalidades percibimos en los candidatos y analizar de acuerdo a ellas el tipo de liderazgo que podría desarrollar cada cual.
Son lecturas en las que podríamos encontrar conexiones entre candidatos y electores, con las que sería posible ajustar una comunicación efectiva de acuerdo con esas pautas de conducta que tienen los posibles votantes y que los mismos asignan a cada candidato.
— Lo cierto es que la personalidad que los encuestados atribuyen a un candidato depende, en mucho, de la información que tienen de él, de sus acciones o sus propuestas. Y si de acuerdo con el sondeo uno de cada cuatro consultados no conoce a Calderón, el margen de error del ejercicio resulta difícil de precisar.
— Por eso hay que insistir en que nuestra metodología lo que busca es ofrecer una lectura muy distinta de las que ofrecen las encuestas tradicionales y al aplicarlo esta vez al tema de la campaña electoral no pretendemos determinar intenciones de voto, como tampoco definir preferencias partidarias. Es un modelo de consulta útil sobre todo para cuestiones de marketing, las relativas a promoción o a estrategias de publicidad, y la misma utilidad tiene si la enfocamos al estudio de personalidad de los electores.
Claro que nuestro modelo bien puede servir para encuestas específicas respecto de intenciones de voto y preferencias políticas, pero un estudio así requiere de factores más rigurosos, de una muestra más probabilística y que incluya mayores elementos aleatorios para fortalecer el nivel de certeza o, si se prefiere decirlo así, disminuir su margen de error.
De ahí que los responsables de las encuestas de Survey prefieran apegarse de modo estricto al esquema y divulgar sus resultados con el rigor metodológico que acostumbran, aun cuando reconocen que las conclusiones resultan en este caso de análisis político potencialmente aprovechables desde otras perspectivas.
Por ejemplo: en su sondeo de noviembre Survey plantea respecto del “perfil sicoemotivo de los votantes” que 44% de los consultados revela personalidades del tipo racional, 34% del instintivo y 33 del emotivo; pero sin adulterar ni corromper dichos resultados, sin duda otra lectura de los mismos datos permite señalar que hoy en casi la mitad de los mexicanos es la razón —por encima de las emociones y el instinto— el factor que más pesa para su identificación con determinado candidato rumbo a los comicios de julio próximo.
Otro ejemplo: de acuerdo con su encuesta del pasado enero sobre la personalidad que atribuye la mayoría de los entrevistados a los principales contendientes en la campaña presidencial, Survey resalta en cambio un “perfil sicoemotivo de los candidatos a la presidencia”, según el cual domina en todos ellos la parte emotiva (50% en promedio), seguida por la instintiva (23%) y la racional (apenas 15% en promedio); mientras desde otra perspectiva es posible decir entonces —sin ánimo de ofender— que para la mayoría de la gente los aspirantes al Poder Ejecutivo proyectan la imagen de personas ¡con más corazón (emoción) que mente (razón)!
Igualmente, la última encuesta señala que repuntan entre los entrevistados en la ciudad de México las personalidades con predominio de la razón: leal (21%), perfeccionista (15%) y pacifista (14%)… pero una percepción que no por diferente altera los resultados que reporta Survey destaca en cambio que la suma de los tres porcentajes equivale a señalar que 50% de los capitalinos participantes en el sondeo pueden identificarse con un candidato principalmente a través del racionamiento y no por simple corazonada o mero instinto.
Futuro
El modelo de Survey puede por lo tanto servir de base para ofrecer cada vez más oportunidades a los candidatos para segmentar a los posibles votantes en términos de una nueva metodología; tener así un conocimiento más preciso de los electores y optimar la manera de comunicarse con ellos; así como para ir ajustando las pautas de conducta que generan frente al electorado y mejorar su imagen.
Y también puede servir a los partidos políticos para decidir cuál aspirante a una candidatura proyecta el tipo de personalidad que satisface las pautas de conducta que privilegian los votantes.
Amén de que haciendo una lectura eficaz de este tipo de encuestas puede provocarse que la disposición se convierta en conducta concreta… en ambos sentidos: del votante hacia el candidato y del político hacia el electorado.
jmoncada@revistavertigo.com
Vía: Revista Vértigo
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