Contra la partidocracia

Por Carlos Tello Díaz

México tiene un sistema de gobierno que no es funcional. Muchas de las promesas del presidente Fox fueron incumplidas porque no tuvo nunca los instrumentos para hacerlas realidad: Las instituciones actuales no son adecuadas para gobernar con eficacia a México. El sistema presidencialista funcionaba en el pasado porque las leyes que formalmente lo regían —las cuales en sí mismas fomentan la parálisis— no eran realmente respetadas en el ejercicio del gobierno. La independencia de los poderes proclamada por la Constitución de 1917, por ejemplo, jamás entorpeció el funcionamiento de los gobiernos emanados de la Revolución. Pues simplemente no había independencia de poderes en México. Todos los mandatarios ejercieron sus facultades metaconstitucionales para gobernar, para bien y para mal, con la mayoría automática en el Congreso. Ese sistema de gobierno cambió con las reformas electorales de mediados de los noventa, que propiciaron el surgimiento de un régimen político plural. La transición democrática impulsada por Zedillo hizo posible por vez primera, en efecto, la independencia de los poderes proclamada por la Constitución. Pero al hacerlo, también, volvió disfuncional el ejercicio del poder. No era ya posible gobernar con eficacia, pues la mayoría presidencial no coincidía necesariamente con la mayoría legislativa. En 1997, triunfó la inmovilidad. Así lo vieron desde entonces todos los que defendieron la necesidad de impulsar una reforma de las instituciones políticas en México. Los aspectos esenciales de esa reforma son de sobra conocidos: la reelección de senadores y diputados (y de los presidentes municipales); la introducción de la figura del plebiscito; la segunda vuelta en las elecciones presidenciales (¿y legislativas?); y, en fin, la creación de un mecanismo que permita formar gobiernos de mayorías, quizá por medio de un sistema semipresidencial como el que existe en Francia (pero también en países tan diversos como Austria y Sri Lanka), para superar la ineficacia del presidencialismo sin llevar a la nación a un régimen parlamentario que iría contra la experiencia, la cultura y la tradición de México. ¿Vamos a ver debatir estos temas en las elecciones? Seguramente no. La política electoral no es un ejercicio de persuasión, sino una sucesión de imágenes. Todo está centrado en las reglas, vulgares y superficiales, que dominan la exposición de los candidatos a los medios de comunicación masiva, a los que va a dar más de la mitad de los recursos que los mexicanos, con nuestros impuestos, le damos a los partidos. Así, la reinvención institucional, que es indispensable, pasa también por la modificación del sistema de partidos, actualmente monopolizado por los tres más grandes.Estas son las ideas expresadas en Nuestras elecciones. un artículo que publiqué hace dos semanas en Proceso. Jorge Castañeda, que lo leyó, me reprochó amistosamente que no hiciera en él una mención a su papel en ese debate, sobre todo porque al escribirlo me expresaba en términos muy similares a los suyos. Tiene toda la razón. Castañeda es uno de los analistas y actores políticos que con más elocuencia ha subrayado la necesidad de reinventar el sistema político mexicano, tema central de su libro más reciente, Somos muchos, y tema recurrente de sus artículos de Reforma desde el primero que publicó hace tres años, en el momento de renunciar a la Cancillería. Es también el enemigo más visible de la partidocracia, como llama él mismo al monopolio que ejercen los partidos sobre la actividad política en México.El debate en torno a la funcionalidad del sistema político mexicano tiene una historia ya larga. Porfirio Muñoz Ledo fue uno de los primeros en proponer al respecto un sistema de tipo semipresidencial. Ahora, los propios partidos —e incluso el presidente— han hablado del asunto. En la academia, la discusión empezó cuando fue desmantelado el sistema de dominación hegemónica del PRI —vale decir, cuando el Ejecutivo ya no pudo contar más con la mayoría automática del Legislativo. En octubre de 1996, la revista Nexos publicó una entrevista sobre ese tema con Giovanni Sartori, quien conoce bien la realidad de México. Sartori afirmaba que había sido un fracaso la importación del sistema presidencialista de Estados Unidos por América Latina. Pero por otro lado, descartaba que existieran en el continente las condiciones necesarias para un sistema parlamentario, que implica la existencia de partidos fuertes y disciplinados, inexistentes en Latinoamérica. La solución era un régimen semipresidencial. "No dudo que sería un buen sistema para México". Reconciliaba la representatividad con la eficacia —la eficacia del gobierno, algo que no suelen ofrecer los sistemas presidencialistas, basados en el poder dividido (no en el poder compartido. como es el caso en los sistemas semipresidenciales).El debate en torno al monopolio de la vida política por los partidos es, a diferencia del anterior, un debate más reciente, aunque surge también como respuesta a la reforma electoral de mediados de los noventa, uno de cuyos objetivos centrales era fortalecer a los partidos, destinados a ser los protagonistas de la transición. Los partidos políticos. que reciben recursos millonarios de la autoridad electoral y de los gobiernos que controlan a niveles estatal y federal, unos legales, otros ilegales, monopolizan hoy la actividad política de México. Forman una especie de partidocracia ("corrupta, paralizante y obsoleta", dice Castañeda) que, al tiempo que levanta barreras para la constitución de nuevos partidos, prohíbe las candidaturas independientes en México. Castañeda no pudo ser un candidato sin partido en las elecciones de 2006. Tampoco logró ser el candidato de los partidos más pequeños. Es una lástima, ya que el nivel intelectual de la campaña habría sido mucho más alto. Pero también es comprensible, pues la personalidad y la trayectoria del excanciIler no inspiraba la confianza de los mini-partidos. Así lo decían sus dirigentes en todo tipo de reuniones, más o menos con estas palabras: ¿Qué nos garantiza que no haga un berrinche y se vaya a la mitad de la elección, y que nos deje colgados de la brocha?

Vía: Revista Proceso

0 Respuestas a “Contra la partidocracia”

Publicar un comentario



© 2006 Peяяaς Dudaς | Blogger Templates by GeckoandFly.
No part of the content or the blog may be reproduced without prior written permission.
Learn how to make money online | First Aid and Health Information at Medical Health