Los intelectuales y el fin de la Cátedra Reyes
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Por Sanjuana Martínez
El Consejo Consultivo que dimitió en noviembre en solidaridad con la directora de la Cátedra, Silvia Garza, expone abiertamente sus discrepancias con el Tecnológico de Monterrey. Para los integrantes, hubo un giro que la apartó de su raíz humanística.
MONTERREY, NL.- Intelectuales del Consejo Consultivo de la Cátedra Alfonso Reyes que renunciaron por no habérseles consultado sobre la “remoción” de su directora Silvia Garza, exponen la otra razón de su retirada: la intención del Tecnológico de Monterrey de “cambiar de rumbo” ese espacio humanístico para hacerlo “monolítico” y hasta quizá “derechizarlo”.
El esctritor Sealtiel Alatriste, quien junto a su colega Carlos Fuentes fue el creador de la Cátedra Alfonso Reyes hace siete años, dice sin ambages:“La derechización es un asunto anunciado pero no realizado hasta que nosotros estuvimos. Si de aquí en adelante la Cátedra se convierte en otra cosa, así será, pero sin nosotros. El Consejo Consultivo lo que no quería era estar en algo que no avalábamos. Si ahora derechizan la Cátedra y sus invitados son solo gente de derecha, pues ellos sabrán por qué lo hacen.”Contrario a lo manifestado oficialmente por el Tec, en el sentido de que Garza había decidido “irse voluntariamente”, Proceso publicó hace dos semanas una entrevista con la exdirectora, quien desveló que su partida obedeció a una “renuncia forzada”.
Tras ésta se encontraba un desacuerdo: la publicación de la segunda edición del libro Cuatrocientos años del ingenioso Hidalgo: Las editoras Blanca López y Judith Farré, ambas de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico, enfurecieron cuando encontraron que la Cátedra había suprimido algunos textos de cervantistas aparecidos en la primera edición, e incluido a dos nuevos autores (Fernando del Paso y Rafael Humberto Moreno Durán). Para el Tec ello provocó errores en la lectura que hacían el libro impublicable, mientras que la Cátedra consideró que la nueva edición tendría una difusión más allá del lector académico. El caso es que el Tec decidió cancelar la distribución de los 7 mil ejemplares del volumen, no obstante que el coeditor, Fondo de Cultura Económica (filial Colombia) se opuso (Proceso, 1524).
Garza renunció y, como lo dio a conocer este semanario, el Consejo Consultivo hizo lo mismo en su apoyo (Proceso, 1515).
Pero ahora este Consejo dimisionario va más allá, y algunos de sus miembros revelan que tras la decisión de retirarse había un motivo añadido y no menos importante:“Decidimos irnos a partir de que el rector Rafael Rangel Sostmann y las autoridades universitarias cambiaron la dirección de la Cátedra. Este hecho lo intentaron hacer sin una consulta previa al consejo. No hubo ninguna discusión, así que simplemente nos fuimos”, dice el hispanista e historiador británico David Brading, quien reconoce que el Tec tiene el derecho de hacer con la Cátedra lo que quiera, “pero sin nosotros”.
Otro de sus miembros, el escritor Gonzalo Celorio, sentencia:“La pluralidad es parte inherente a las humanidades y a cualquier espíritu universitario. Además, es parte de la etimología de la palabra universidad. Nuestras propuestas eran plurales, pero muchas de estas propuestas resultaron atentatorias contra un espíritu más bien monolítico y tecnológico de la institución.”El descontento de los miembros del Consejo fue creciendo, y en un intercambio epistolar con el rector, la escritora argentina Luisa Valenzuela lo expuso a las autoridades del tecnológico:“Con el alejamiento de Silvia Garza en su calidad de directora de la Cátedra, pienso que, en lo que a mí respecta, todo será distinto. Ella fue la persona designada por nuestro Consejo y cumplió su trabajo a la perfección. Entiendo que un instituto tecnológico de la envergadura del que usted encabeza es un organismo vivo que se renueva y transforma, por lo cual elijo apartarme para no entorpecer cambios con los cuales no estoy necesariamente de acuerdo.”
Explica que “en los últimos tiempos recibimos sugerencias que estimamos inconducentes, y que como tal fueron descartadas”. Y pregunta: “¿Qué funciones puede cumplir un Consejo Consultivo cuando se toman medidas vitales para la Cátedra sin consultarlo?”De Silvia Garza dice ahora que “era el alma de la Cátedra”. La elogia por “su enorme capacidad laboral, su inteligencia y su don de gente”. Añade:“Pienso que la experiencia de la Cátedra Alfonso Reyes tal como la conocimos ha concluido. Sin Carlos Fuentes, su creador y principal promotor, y sin Silvia Garza a la cabeza (para no mencionar el resto de los personajes destacados), esa experiencia de enorme apertura cultural por la cual desfilaron muchas de las grandes mentes de nuestro tiempo, es irrepetible.”
El rector Rancel Sostmann no ha atendido la petición de entrevista hecha por esta reportera desde hace ya dos semanas, pero en una de las cartas argumenta a Valenzuela “razones internas” para no haber consultado a los intelectuales:“El hecho de que la licenciada Silvia intervino en la publicación de una segunda edición del libro Cuatrocientos años del ingenioso Hidalgo sin informar de ello a las profesoras responsables de la primera edición, nos evidenció la distancia que ya se había producido a lo largo de varios años entre el trabajo de la Cátedra y el de estas maestras del Campus Monterrey, que es un importante patrocinador de la misma. Al aclararle esta situación a la Lic. Silvia y comunicarle que el Tecnológico había optado por posponer la distribución de esta segunda edición, ella renunció; el Tecnológico aceptó su renuncia. No consideramos pertinente convocar a una reunión extraordinaria del Consejo Consultivo para ventilar esta delicada situación, por tratarse de motivos que incumbían a nuestra gestión interna.”
Sealtiel Alatriste explica:“El tema del libro fue la gota que derrama el vaso. Ese libro no tenía que ver con nosotros y nos vimos afectados por una decisión meramente burocrática. Yo no creo que Silvia haya cometido ese error que se le atribuye. Silvia es una profesional y lo hizo muy bien, estuvo entregada a la Cátedra. En cualquier caso, el libro fue un problema marginal, que después el Tec lo convirtiera en un problema central es otra cosa. Cuando se hace de un problema mínimo, un problema central, quiere decir que las cosas están discurriendo mal.”
—¿Fue una excusa utilizada por las autoridades del tecnológico?
—Efectivamente, era algo marginal, lo cual quiere decir que lo central estaba hecho un desastre.Las discrepanciasA pesar de la renuncia de los miembros del Consejo Consultivo, integrado por Carlos Fuentes, Sealtiel Alatriste, David Brading, Gonzalo Celorio, Friedrich Katz, Tomás Eloy Martínez, Javier Ordóñez, Nélida Piñón y Luisa Valenzuela, el rector del ITESM intentó que todos acudieran a la última reunión de su consejo, programada para el 13 de octubre pasado.
El escritor Sealtiel Alatriste cuenta:“Hubo una desavenencia entre lo que el Tecnológico quiere y la idea central que teníamos cuando fundamos la Cátedra, que inicialmente nació en una comida que tuvimos un grupo de rectores, Carlos Fuentes y yo, en donde Fuentes y yo dijimos que el problema del tecnológico era que le faltaba que el pensamiento humanístico permeara su educación.”
Señala que la Cátedra tenía como propósito central que el pensamiento humanístico se introdujera en una institución no humanística:“Porque nos parecía que si no había esto, los profesionistas eran gente light, es decir, profesionistas incompletos porque les faltaría la profundidad que da el humanismo. Y eso no obedecía a una idea curricular.”
Alatriste recuerda que él y Fuentes crearon el grupo de intelectuales que formaron el Consejo Consultivo con la idea de que el currículo no fuera el objetivo central de la Cátedra.El escritor mexicano, radicado en Barcelona, explica que el hecho de que las autoridades del Tec pertenecieran a la derecha política mexicana “fue una circunstancia que estuvo presente desde el primer momento”:“Ninguno de los miembros del Consejo asesor pertenece a la derecha institucional, sino más bien, casi todos estábamos en el centro izquierda. La nuestra era una posición mucho más abierta, porque lo que era importante no era la ideología del invitado, sino su contribución humanística. Daba lo mismo invitar a Fernando Savater que a José Saramago o Goytisolo, que a Mario Vargas Llosa, no era un problema ideológico, sino un problema de contribución al pensamiento. Y sabíamos en que ámbitos nos movíamos y que apoyos teníamos, porque el rector siempre fue muy respetuoso de esto. Evidentemente hay gente a la que no le gustaba, aunque no hacíamos caso.”
—¿A ustedes les preocupaba la ideología de los invitados?
—A nosotros no nos importaba que los invitados fueran de derecha o izquierda, sino que tuvieran peso personal y ofrecieran su contribución, no su ideología. Carlos Fuentes era la figura central y acudió Mario Vargas Llosa, ambos pertenecen a la misma tradición literaria y tienen posiciones ideológicas tan distintas. Allí estaban los dos. Qué mejor muestra de pluralidad. Demostramos que podían estar Savater y Goytisolo; que podíamos tener filósofos y científicos. ¡Qué más!
Alatriste lamenta que ahora la Cátedra cambie de rumbo:“Lo que se ha hecho es tan importante, que es probable que la misma Cátedra, su historia y su misma inercia, obliguen a que el Tecnológico de Monterrey se dé cuenta. Los estudiantes exigirán que esto siga más allá de ideologías, aunque la derechización de la Cátedra es una posibilidad.”
“Le quedó grande”
El escritor Gonzalo Celorio, miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, afirma que le envió una carta a Rangel Sostmann mostrándole su desacuerdo por la remoción de Silvia Garza y que el rector le dijo que había sido una renuncia.
Con fecha 26 de septiembre de 2005, el escritor le dice:“Si técnicamente la licenciada Garza renunció a su cargo, se debió a que moralmente fue despedida, pues se vio imposibilitada para seguirlo desempeñando dignamente. No es necesario rescindir un contrato para despedir a una persona de una institución. La descalificación, la censura, la coerción suelen ser muy poderosas.”
Y en la misma misiva se mostró en contra del almacenamiento del libro:“Me anuncia usted que tal problema está en vías de solucionarse. Qué bueno, porque la confiscación de ese libro sobre el Quijote curiosamente incurre en la práctica que la propia novela de Cervantes denuncia cuando el cura y el barbero confiscan sus libros de caballerías. La liberación de esos ejemplares, sin embargo, sólo vendrá a comprobar que no hubo ningún motivo de fondo para que la licenciada Garza se viera conminada a abandonar la institución.”
En entrevista, Celorio explica:“Básicamente había una ignorancia del tecnológico sobre nuestro papel. No nos consultaron nada sobre el cambio de rumbo que la Cátedra estaba adoptando y nos pareció totalmente inconsistente con el papel de miembros de un consejo consultivo que desempeñábamos. Fue un descuido. No nos tomaron en cuenta.”
El ensayista y novelista mexicano cuenta que los desencuentros fueron en aumento:“Nosotros cuando nos reuníamos señalábamos los derroteros generales de la Cátedra, hacíamos una lista de posibles invitados, pero después sucede que algunos de los invitados que nosotros proponíamos eran descalificados o más bien su presencia despertó algún resquemor en la comunidad del Tec.”Para Celorio, el almacenamiento del libro fue un acontecimiento “muy grave, porque destapó la renuncia de Silvia Garza y la originó de manera causal-concreta. El encarcelamiento de un libro que se había hecho siguiendo todos los protocolos jurídicos y legales, tanto de las instancias del Tecnológico como del Fondo de Cultura Económica, era una agresión. No hubo ninguna razón para que ese libro quedara embodegado”.
El problema principal, explica Celorio, es que la Cátedra creció vertiginosamente en actividades e importancia cultural:“Fue creciendo tanto, se hizo tan plural y convocante, tuvo esta resonancia nacional e internacional a través de sus publicaciones; fue tan exitosa, que la Cátedra le quedó grande al Tecnológico de Monterrey, seguramente ha de haber alarmado a unas mentes más tecnológicas. Y finalmente ellos tomaron el camino equivocado.”
Como un ejemplo de este crecimiento, Celorio expone:“El elenco de las personas que acudieron a la Cátedra es de una altísima jerarquía, porque estuvieron presentes personajes tan conspicuos como Giovanni Sartori, Mario Vargas Llosa, Juan Goytisolo, etcétera. Esto da una idea muy clara de la pluralidad.”
El autor de Y retiemble en sus centros la tierra considera que la “actitud restrictiva” de las autoridades del Tec afectó el funcionamiento de la Cátedra, por lo cual adelanta:“La Cátedra no volverá a ser lo que fue. Durante nuestro período funcionó extraordinariamente bien, me siento muy orgulloso de haber formado parte de ese Consejo porque de una manera muy rápida el Tecnológico tuvo una presencia en el ámbito de las humanidades y una resonancia nacional e internacional.”
El Opus DeiEl ensayista catalán Eduardo Subirats, quien ha estado en estrecho contacto con los miembros del Consejo Consultivo de la Cátedra, donde ha participado y actualmente ofrece una serie de cursos en el Campus Monterrey, explica que se enteró de las “cosas feas” que las autoridades del Tec hicieron en contra de Silvia Garza, y particularmente se muestra preocupado por la presencia de algunos miembros del actual Consejo Directivo que pertenecen al Opus Dei, consejo formado por Nina Zambrano, los rectores de los distintos campus del tecnológico, Alejandra Rangel y Ramón Alberto Garza,“Se que algunas de esas personas son del Opus Dei y es algo que no me gusta para nada, sólo con escuchar el nombre me da pavor. Es un problema el peso muerto de personas mediocres que se arropan en ideologías terribles. El franquismo se sostuvo en el Opus Dei, la derecha norteamericana esta sostenida en el Opus Dei y obviamente la derecha mexicana también, concretamente la ultraderecha mexicana del señor Fox es una derecha clerical y estrictamente relacionada con el poder.”Señala que la Cátedra, con su fundadora y exdirectora Silvia Garza, tuvo un prestigio internacional enorme gracias a su energía:“Que eso causó un problema político en personas burócratas de cualificada mediocridad, eso siempre ocurre en las instituciones de este tipo. Claro que sé que hay personas dentro del tecnológico que son conservadoras, pero eso no debía ser un impedimento para la pluralidad y el diálogo amplio.”
Revista Proceso
El Consejo Consultivo que dimitió en noviembre en solidaridad con la directora de la Cátedra, Silvia Garza, expone abiertamente sus discrepancias con el Tecnológico de Monterrey. Para los integrantes, hubo un giro que la apartó de su raíz humanística.
MONTERREY, NL.- Intelectuales del Consejo Consultivo de la Cátedra Alfonso Reyes que renunciaron por no habérseles consultado sobre la “remoción” de su directora Silvia Garza, exponen la otra razón de su retirada: la intención del Tecnológico de Monterrey de “cambiar de rumbo” ese espacio humanístico para hacerlo “monolítico” y hasta quizá “derechizarlo”.
El esctritor Sealtiel Alatriste, quien junto a su colega Carlos Fuentes fue el creador de la Cátedra Alfonso Reyes hace siete años, dice sin ambages:“La derechización es un asunto anunciado pero no realizado hasta que nosotros estuvimos. Si de aquí en adelante la Cátedra se convierte en otra cosa, así será, pero sin nosotros. El Consejo Consultivo lo que no quería era estar en algo que no avalábamos. Si ahora derechizan la Cátedra y sus invitados son solo gente de derecha, pues ellos sabrán por qué lo hacen.”Contrario a lo manifestado oficialmente por el Tec, en el sentido de que Garza había decidido “irse voluntariamente”, Proceso publicó hace dos semanas una entrevista con la exdirectora, quien desveló que su partida obedeció a una “renuncia forzada”.
Tras ésta se encontraba un desacuerdo: la publicación de la segunda edición del libro Cuatrocientos años del ingenioso Hidalgo: Las editoras Blanca López y Judith Farré, ambas de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico, enfurecieron cuando encontraron que la Cátedra había suprimido algunos textos de cervantistas aparecidos en la primera edición, e incluido a dos nuevos autores (Fernando del Paso y Rafael Humberto Moreno Durán). Para el Tec ello provocó errores en la lectura que hacían el libro impublicable, mientras que la Cátedra consideró que la nueva edición tendría una difusión más allá del lector académico. El caso es que el Tec decidió cancelar la distribución de los 7 mil ejemplares del volumen, no obstante que el coeditor, Fondo de Cultura Económica (filial Colombia) se opuso (Proceso, 1524).
Garza renunció y, como lo dio a conocer este semanario, el Consejo Consultivo hizo lo mismo en su apoyo (Proceso, 1515).
Pero ahora este Consejo dimisionario va más allá, y algunos de sus miembros revelan que tras la decisión de retirarse había un motivo añadido y no menos importante:“Decidimos irnos a partir de que el rector Rafael Rangel Sostmann y las autoridades universitarias cambiaron la dirección de la Cátedra. Este hecho lo intentaron hacer sin una consulta previa al consejo. No hubo ninguna discusión, así que simplemente nos fuimos”, dice el hispanista e historiador británico David Brading, quien reconoce que el Tec tiene el derecho de hacer con la Cátedra lo que quiera, “pero sin nosotros”.
Otro de sus miembros, el escritor Gonzalo Celorio, sentencia:“La pluralidad es parte inherente a las humanidades y a cualquier espíritu universitario. Además, es parte de la etimología de la palabra universidad. Nuestras propuestas eran plurales, pero muchas de estas propuestas resultaron atentatorias contra un espíritu más bien monolítico y tecnológico de la institución.”El descontento de los miembros del Consejo fue creciendo, y en un intercambio epistolar con el rector, la escritora argentina Luisa Valenzuela lo expuso a las autoridades del tecnológico:“Con el alejamiento de Silvia Garza en su calidad de directora de la Cátedra, pienso que, en lo que a mí respecta, todo será distinto. Ella fue la persona designada por nuestro Consejo y cumplió su trabajo a la perfección. Entiendo que un instituto tecnológico de la envergadura del que usted encabeza es un organismo vivo que se renueva y transforma, por lo cual elijo apartarme para no entorpecer cambios con los cuales no estoy necesariamente de acuerdo.”
Explica que “en los últimos tiempos recibimos sugerencias que estimamos inconducentes, y que como tal fueron descartadas”. Y pregunta: “¿Qué funciones puede cumplir un Consejo Consultivo cuando se toman medidas vitales para la Cátedra sin consultarlo?”De Silvia Garza dice ahora que “era el alma de la Cátedra”. La elogia por “su enorme capacidad laboral, su inteligencia y su don de gente”. Añade:“Pienso que la experiencia de la Cátedra Alfonso Reyes tal como la conocimos ha concluido. Sin Carlos Fuentes, su creador y principal promotor, y sin Silvia Garza a la cabeza (para no mencionar el resto de los personajes destacados), esa experiencia de enorme apertura cultural por la cual desfilaron muchas de las grandes mentes de nuestro tiempo, es irrepetible.”
El rector Rancel Sostmann no ha atendido la petición de entrevista hecha por esta reportera desde hace ya dos semanas, pero en una de las cartas argumenta a Valenzuela “razones internas” para no haber consultado a los intelectuales:“El hecho de que la licenciada Silvia intervino en la publicación de una segunda edición del libro Cuatrocientos años del ingenioso Hidalgo sin informar de ello a las profesoras responsables de la primera edición, nos evidenció la distancia que ya se había producido a lo largo de varios años entre el trabajo de la Cátedra y el de estas maestras del Campus Monterrey, que es un importante patrocinador de la misma. Al aclararle esta situación a la Lic. Silvia y comunicarle que el Tecnológico había optado por posponer la distribución de esta segunda edición, ella renunció; el Tecnológico aceptó su renuncia. No consideramos pertinente convocar a una reunión extraordinaria del Consejo Consultivo para ventilar esta delicada situación, por tratarse de motivos que incumbían a nuestra gestión interna.”
Sealtiel Alatriste explica:“El tema del libro fue la gota que derrama el vaso. Ese libro no tenía que ver con nosotros y nos vimos afectados por una decisión meramente burocrática. Yo no creo que Silvia haya cometido ese error que se le atribuye. Silvia es una profesional y lo hizo muy bien, estuvo entregada a la Cátedra. En cualquier caso, el libro fue un problema marginal, que después el Tec lo convirtiera en un problema central es otra cosa. Cuando se hace de un problema mínimo, un problema central, quiere decir que las cosas están discurriendo mal.”
—¿Fue una excusa utilizada por las autoridades del tecnológico?
—Efectivamente, era algo marginal, lo cual quiere decir que lo central estaba hecho un desastre.Las discrepanciasA pesar de la renuncia de los miembros del Consejo Consultivo, integrado por Carlos Fuentes, Sealtiel Alatriste, David Brading, Gonzalo Celorio, Friedrich Katz, Tomás Eloy Martínez, Javier Ordóñez, Nélida Piñón y Luisa Valenzuela, el rector del ITESM intentó que todos acudieran a la última reunión de su consejo, programada para el 13 de octubre pasado.
El escritor Sealtiel Alatriste cuenta:“Hubo una desavenencia entre lo que el Tecnológico quiere y la idea central que teníamos cuando fundamos la Cátedra, que inicialmente nació en una comida que tuvimos un grupo de rectores, Carlos Fuentes y yo, en donde Fuentes y yo dijimos que el problema del tecnológico era que le faltaba que el pensamiento humanístico permeara su educación.”
Señala que la Cátedra tenía como propósito central que el pensamiento humanístico se introdujera en una institución no humanística:“Porque nos parecía que si no había esto, los profesionistas eran gente light, es decir, profesionistas incompletos porque les faltaría la profundidad que da el humanismo. Y eso no obedecía a una idea curricular.”
Alatriste recuerda que él y Fuentes crearon el grupo de intelectuales que formaron el Consejo Consultivo con la idea de que el currículo no fuera el objetivo central de la Cátedra.El escritor mexicano, radicado en Barcelona, explica que el hecho de que las autoridades del Tec pertenecieran a la derecha política mexicana “fue una circunstancia que estuvo presente desde el primer momento”:“Ninguno de los miembros del Consejo asesor pertenece a la derecha institucional, sino más bien, casi todos estábamos en el centro izquierda. La nuestra era una posición mucho más abierta, porque lo que era importante no era la ideología del invitado, sino su contribución humanística. Daba lo mismo invitar a Fernando Savater que a José Saramago o Goytisolo, que a Mario Vargas Llosa, no era un problema ideológico, sino un problema de contribución al pensamiento. Y sabíamos en que ámbitos nos movíamos y que apoyos teníamos, porque el rector siempre fue muy respetuoso de esto. Evidentemente hay gente a la que no le gustaba, aunque no hacíamos caso.”
—¿A ustedes les preocupaba la ideología de los invitados?
—A nosotros no nos importaba que los invitados fueran de derecha o izquierda, sino que tuvieran peso personal y ofrecieran su contribución, no su ideología. Carlos Fuentes era la figura central y acudió Mario Vargas Llosa, ambos pertenecen a la misma tradición literaria y tienen posiciones ideológicas tan distintas. Allí estaban los dos. Qué mejor muestra de pluralidad. Demostramos que podían estar Savater y Goytisolo; que podíamos tener filósofos y científicos. ¡Qué más!
Alatriste lamenta que ahora la Cátedra cambie de rumbo:“Lo que se ha hecho es tan importante, que es probable que la misma Cátedra, su historia y su misma inercia, obliguen a que el Tecnológico de Monterrey se dé cuenta. Los estudiantes exigirán que esto siga más allá de ideologías, aunque la derechización de la Cátedra es una posibilidad.”
“Le quedó grande”
El escritor Gonzalo Celorio, miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, afirma que le envió una carta a Rangel Sostmann mostrándole su desacuerdo por la remoción de Silvia Garza y que el rector le dijo que había sido una renuncia.
Con fecha 26 de septiembre de 2005, el escritor le dice:“Si técnicamente la licenciada Garza renunció a su cargo, se debió a que moralmente fue despedida, pues se vio imposibilitada para seguirlo desempeñando dignamente. No es necesario rescindir un contrato para despedir a una persona de una institución. La descalificación, la censura, la coerción suelen ser muy poderosas.”
Y en la misma misiva se mostró en contra del almacenamiento del libro:“Me anuncia usted que tal problema está en vías de solucionarse. Qué bueno, porque la confiscación de ese libro sobre el Quijote curiosamente incurre en la práctica que la propia novela de Cervantes denuncia cuando el cura y el barbero confiscan sus libros de caballerías. La liberación de esos ejemplares, sin embargo, sólo vendrá a comprobar que no hubo ningún motivo de fondo para que la licenciada Garza se viera conminada a abandonar la institución.”
En entrevista, Celorio explica:“Básicamente había una ignorancia del tecnológico sobre nuestro papel. No nos consultaron nada sobre el cambio de rumbo que la Cátedra estaba adoptando y nos pareció totalmente inconsistente con el papel de miembros de un consejo consultivo que desempeñábamos. Fue un descuido. No nos tomaron en cuenta.”
El ensayista y novelista mexicano cuenta que los desencuentros fueron en aumento:“Nosotros cuando nos reuníamos señalábamos los derroteros generales de la Cátedra, hacíamos una lista de posibles invitados, pero después sucede que algunos de los invitados que nosotros proponíamos eran descalificados o más bien su presencia despertó algún resquemor en la comunidad del Tec.”Para Celorio, el almacenamiento del libro fue un acontecimiento “muy grave, porque destapó la renuncia de Silvia Garza y la originó de manera causal-concreta. El encarcelamiento de un libro que se había hecho siguiendo todos los protocolos jurídicos y legales, tanto de las instancias del Tecnológico como del Fondo de Cultura Económica, era una agresión. No hubo ninguna razón para que ese libro quedara embodegado”.
El problema principal, explica Celorio, es que la Cátedra creció vertiginosamente en actividades e importancia cultural:“Fue creciendo tanto, se hizo tan plural y convocante, tuvo esta resonancia nacional e internacional a través de sus publicaciones; fue tan exitosa, que la Cátedra le quedó grande al Tecnológico de Monterrey, seguramente ha de haber alarmado a unas mentes más tecnológicas. Y finalmente ellos tomaron el camino equivocado.”
Como un ejemplo de este crecimiento, Celorio expone:“El elenco de las personas que acudieron a la Cátedra es de una altísima jerarquía, porque estuvieron presentes personajes tan conspicuos como Giovanni Sartori, Mario Vargas Llosa, Juan Goytisolo, etcétera. Esto da una idea muy clara de la pluralidad.”
El autor de Y retiemble en sus centros la tierra considera que la “actitud restrictiva” de las autoridades del Tec afectó el funcionamiento de la Cátedra, por lo cual adelanta:“La Cátedra no volverá a ser lo que fue. Durante nuestro período funcionó extraordinariamente bien, me siento muy orgulloso de haber formado parte de ese Consejo porque de una manera muy rápida el Tecnológico tuvo una presencia en el ámbito de las humanidades y una resonancia nacional e internacional.”
El Opus DeiEl ensayista catalán Eduardo Subirats, quien ha estado en estrecho contacto con los miembros del Consejo Consultivo de la Cátedra, donde ha participado y actualmente ofrece una serie de cursos en el Campus Monterrey, explica que se enteró de las “cosas feas” que las autoridades del Tec hicieron en contra de Silvia Garza, y particularmente se muestra preocupado por la presencia de algunos miembros del actual Consejo Directivo que pertenecen al Opus Dei, consejo formado por Nina Zambrano, los rectores de los distintos campus del tecnológico, Alejandra Rangel y Ramón Alberto Garza,“Se que algunas de esas personas son del Opus Dei y es algo que no me gusta para nada, sólo con escuchar el nombre me da pavor. Es un problema el peso muerto de personas mediocres que se arropan en ideologías terribles. El franquismo se sostuvo en el Opus Dei, la derecha norteamericana esta sostenida en el Opus Dei y obviamente la derecha mexicana también, concretamente la ultraderecha mexicana del señor Fox es una derecha clerical y estrictamente relacionada con el poder.”Señala que la Cátedra, con su fundadora y exdirectora Silvia Garza, tuvo un prestigio internacional enorme gracias a su energía:“Que eso causó un problema político en personas burócratas de cualificada mediocridad, eso siempre ocurre en las instituciones de este tipo. Claro que sé que hay personas dentro del tecnológico que son conservadoras, pero eso no debía ser un impedimento para la pluralidad y el diálogo amplio.”
Revista Proceso
SEALTIEL ALATRISTE , DE CAZADOR A COORDINADOR
La Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM debe emanar prestigio, honorabilidad, respeto y credibilidad, pero no así su nuevo titular, un auténtico cazador de letras.
Sealtiel Alatriste al dirigir anteriormente Editorial Alfaguara en México (Santillana), organizó en 1997 junto con el diario Reforma el concurso de cuento triste en el cual obtuve con la narración “La mujer rojinegra” una mención honorífica. A partir de la premiación entablé contacto con la editorial y presenté el resto de mi obra para su evaluación y posible publicación.
Nada sucedió. Posteriormente Sealtiel Alatriste fungió como diplomático en Barcelona con una gran cercanía de las Islas Canarias donde radicaba José Saramago. Casualmente la relación entre los dos escritores se afianzó y no fue nada difícil sustraer de los archivos de la editorial mi cuento “¡Últimas noticias!” para que sirviera de inspiración al afamado Nóbel y desarrollara “Las intermitencias de la muerte”.
No importa si de las moronas de un cuento se obtuvo una rimbombante novela, tampoco si de una escueta redacción se logró una pieza de mérito, el hecho innoble es el haber tomado sin permiso ni crédito alguno, la materia prima para la reescritura.
Tampoco se trata de una mera coincidencia o desarrollo de una idea universal. Existen varias partes sustantivas del cuento que dan lógica al desarrollo de la novela como son:
“No murió nadie ayer”; “en unos de día, en otros de noche”; “nuestros reporteros realizan...una acuciosa investigación en todos los velatorios y hospitales”; “atribuyen la existencia del fenómeno a una variación de la órbita de la Tierra”; “El júbilo era casi general”; “otros intentaron ejercer diferentes actividades, lo mismo que los empleados, gerentes y dueños de velatorios y panteones”; “...sin faltar aquellos encabezados ingeniosos...sumamente llamativos”; “la vuelta a la normalidad y, más que eso, a la naturalidad”; “un trabajador, tras caer desde un piso doce, no se levantó de la acera”. Todas estas frases fueron transformadas en la novela.
José Saramago podrá escudarse en argucias como el cliché, la inter e hipertextualidad, aducir mera inspiración, coincidencia o influencia y sostener que las ideas son universales y esas no se protegen, no obstante el hecho es que la creación es un acto único e individual y basarse en la de otro finalmente constituye un hurto. La novela de Saramago es una obra derivada pero que no puede ser explotada sin la autorización del titular del derecho de la obra primigenia, de acuerdo con el Artículo 78 de la Ley Federal del Derecho de Autor.
Afortunadamente mi cuento “¡Últimas noticias!” dentro del compendio “La segunda muerte y otros cuentos de fúnebre y amorosa hechura” está registrado desde 1986 con el número 8369/86 de la Dirección General del Derecho de Autor hoy INDAUTOR.
A pesar del escenario en que una lucha legal implicaría más de cinco años para demostrar la verdad de mis dichos y otros cuatro años para resarcir los daños inherentes, y también ante las actuales circunstancias de no poder contar hasta ahora con un peritaje literario serio, además obviamente a las limitaciones presupuestarias para la titánica lucha, no se agotan aún los cauces jurídicos y mantengo mi convicción sobre los hechos.
No por sorpresivo el hecho deja de tener veracidad. Mi intención no es el escándalo, el protagonismo, la fama o el dinero. Simplemente elemental justicia.
Ver http://saramagoplagiario.blogspot.com