Por Luis de la Calle
En la víspera del fin de año, todo el mundo se dispone a hacer sus propias predicciones para 2006, en particular en el ámbito electoral. Con este objetivo se analizan tendencias, se buscan correlaciones, se aplican sondeos de todas suertes, se apela a la historia para buscar predecir los más importantes acontecimientos: la evolución de la economía en términos de crecimiento, inflación, tipo de cambio. exportaciones; el entorno internacional en lo que se refiere al precio del petróleo, la robustez de la economía de Estados Unidos y las negociaciones de Doha; el clima para prepararse a nuevos desastres y, final-mente, la política, en especial la electoral.Las elecciones del 2 de julio de 2006 son en extremo importantes para el país y los medios llevan ya más de un año escudriñando eventos, incluso los más ínfimos, para anticipar su resultado. Por supuesto, sigue siendo muy prematuro predecir cómo los mexicanos van a votar dentro de siete largos meses. Esto, que es siempre cierto, lo es mucho más ahora que el número de indecisos es considerable en una elección que, cada vez más, parece que será decidida por las clases medias, que son particularmente volátiles y propensas a cambiar de opinión de una manera pragmática y no ideológica.Así sucedió en Oaxaca, Sinaloa y Veracruz en 2004 cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) apenas ganó con menos de un punto porcentual de ventaja —en estados que antes embuchaba ampliamente— y en el Estado de México en 2005, cuando el Partido Acción Nacional (PAN) perdió una ventaja inicial considerable.En todas estas elecciones, el cambio de patrón electoral se dio en zonas urbanas de clase media que prefirieron candidatos más modernos que los presentados por los partidos políticos tradicionales.Es muy probable que la balanza de la elección de 2006 también se incline en función del sufragio de las volátiles clases medias, en dos procesos de decisión: primero, salir a votar, y segundo, escoger a un candidato que capture sus aspiraciones. De hecho, éstas no son dos decisiones independientes: en la medida que uno de los candidatos sea atractivo se saldrá a votar con mayor facilidad.En las condiciones actuales, el partido mayoritario al que debe convencerse es el de la abstención. El elector promedio que está dispuesto a abstenerse lo hará si no encuentra en el debate y las posiciones de los candidatos proyectos de país y programas de gobierno que impliquen para él o ella opciones claras, una elección auténtica.No obstante, 2006 presenta una condición que se repite cada 12 años y que pudiera cambiar radicalmente la participación ciudadana y aun el resultado de la elección: por primera vez desde que México fue sede del Mundial de Futbol la clasificación a la fase final se obtuvo sin mayor problema —"caminando" habría predicho Ricardo LaVolpe— y se designó al equipo nacional cabeza de serie del grupo D. La inauguración será el 9 de junio y la final el 9 de julio.Esto significa que el Mundial de 2006 en Alemania se jugará durante las últimas semanas de la campaña electoral y que la atención del país vacilará entre partidos de futbol y discusiones de partidos políticos. ¿Cuáles serán los partidos de futbol que tendrán los ratings más altos? ¿Se verán anuncios del Mundial durante los debates electorales o anuncios electorales en los partidos de futbol?Si la elección enfrenta a Felipe Calderón, Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador, México se verá cara a cara con Angola, Irán y Portugal. Suponiendo que la selección pasara a octavos de final, enfrentaría con alta probabilidad a Argentina o a Holanda; en caso de ganar esta ronda, podría quizá medirse con Alemania, Inglaterra, Polonia o Suecia.Para México, los partidos de cuartos de final se jugarían en Berlín el 30 de junio o en Gelsenkirchen el 1 de julio. Es decir, en caso de pasar a las semifinales, por primera vez en la historia, lo haríamos justo antes, en la víspera, del voto para elegir al presidente y renovar completamente la Cámara de Diputados y de Senadores.¿Qué efecto tendría en la psicología del votante ver a la selección alcanzar estas alturas? ¿Cambiaría radicalmente las perspectivas de desarrollo y la confianza en el futuro? ¿Estimularía al elector indeciso a salir a votar, a comentar el partido en la cola de la caseta electoral antes de optar por un partido? ¿Vencería la abstención? ¿Favorecería al partido en el poder, o al candidato rebelde? ¿Podrán las encuestas medir el posible impacto del Mundial sobre las elecciones nacionales? ¿Incorporarán los candidatos el tema en sus estrategias de campaña? ¿Revelarán los seleccionados sus preferencias electorales?¿Deberíamos cambiar la fecha?Si los candidatos le echan un ojo a la historia verán que México nunca ha pasado de octavos de final fuera del Hemisferio Occidental, por lo que deberían temer poco. A menos que estén dispuestos a hacer historia y dejar que los seleccionados la hagan también.
Revista El Semanario
En la víspera del fin de año, todo el mundo se dispone a hacer sus propias predicciones para 2006, en particular en el ámbito electoral. Con este objetivo se analizan tendencias, se buscan correlaciones, se aplican sondeos de todas suertes, se apela a la historia para buscar predecir los más importantes acontecimientos: la evolución de la economía en términos de crecimiento, inflación, tipo de cambio. exportaciones; el entorno internacional en lo que se refiere al precio del petróleo, la robustez de la economía de Estados Unidos y las negociaciones de Doha; el clima para prepararse a nuevos desastres y, final-mente, la política, en especial la electoral.Las elecciones del 2 de julio de 2006 son en extremo importantes para el país y los medios llevan ya más de un año escudriñando eventos, incluso los más ínfimos, para anticipar su resultado. Por supuesto, sigue siendo muy prematuro predecir cómo los mexicanos van a votar dentro de siete largos meses. Esto, que es siempre cierto, lo es mucho más ahora que el número de indecisos es considerable en una elección que, cada vez más, parece que será decidida por las clases medias, que son particularmente volátiles y propensas a cambiar de opinión de una manera pragmática y no ideológica.Así sucedió en Oaxaca, Sinaloa y Veracruz en 2004 cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) apenas ganó con menos de un punto porcentual de ventaja —en estados que antes embuchaba ampliamente— y en el Estado de México en 2005, cuando el Partido Acción Nacional (PAN) perdió una ventaja inicial considerable.En todas estas elecciones, el cambio de patrón electoral se dio en zonas urbanas de clase media que prefirieron candidatos más modernos que los presentados por los partidos políticos tradicionales.Es muy probable que la balanza de la elección de 2006 también se incline en función del sufragio de las volátiles clases medias, en dos procesos de decisión: primero, salir a votar, y segundo, escoger a un candidato que capture sus aspiraciones. De hecho, éstas no son dos decisiones independientes: en la medida que uno de los candidatos sea atractivo se saldrá a votar con mayor facilidad.En las condiciones actuales, el partido mayoritario al que debe convencerse es el de la abstención. El elector promedio que está dispuesto a abstenerse lo hará si no encuentra en el debate y las posiciones de los candidatos proyectos de país y programas de gobierno que impliquen para él o ella opciones claras, una elección auténtica.No obstante, 2006 presenta una condición que se repite cada 12 años y que pudiera cambiar radicalmente la participación ciudadana y aun el resultado de la elección: por primera vez desde que México fue sede del Mundial de Futbol la clasificación a la fase final se obtuvo sin mayor problema —"caminando" habría predicho Ricardo LaVolpe— y se designó al equipo nacional cabeza de serie del grupo D. La inauguración será el 9 de junio y la final el 9 de julio.Esto significa que el Mundial de 2006 en Alemania se jugará durante las últimas semanas de la campaña electoral y que la atención del país vacilará entre partidos de futbol y discusiones de partidos políticos. ¿Cuáles serán los partidos de futbol que tendrán los ratings más altos? ¿Se verán anuncios del Mundial durante los debates electorales o anuncios electorales en los partidos de futbol?Si la elección enfrenta a Felipe Calderón, Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador, México se verá cara a cara con Angola, Irán y Portugal. Suponiendo que la selección pasara a octavos de final, enfrentaría con alta probabilidad a Argentina o a Holanda; en caso de ganar esta ronda, podría quizá medirse con Alemania, Inglaterra, Polonia o Suecia.Para México, los partidos de cuartos de final se jugarían en Berlín el 30 de junio o en Gelsenkirchen el 1 de julio. Es decir, en caso de pasar a las semifinales, por primera vez en la historia, lo haríamos justo antes, en la víspera, del voto para elegir al presidente y renovar completamente la Cámara de Diputados y de Senadores.¿Qué efecto tendría en la psicología del votante ver a la selección alcanzar estas alturas? ¿Cambiaría radicalmente las perspectivas de desarrollo y la confianza en el futuro? ¿Estimularía al elector indeciso a salir a votar, a comentar el partido en la cola de la caseta electoral antes de optar por un partido? ¿Vencería la abstención? ¿Favorecería al partido en el poder, o al candidato rebelde? ¿Podrán las encuestas medir el posible impacto del Mundial sobre las elecciones nacionales? ¿Incorporarán los candidatos el tema en sus estrategias de campaña? ¿Revelarán los seleccionados sus preferencias electorales?¿Deberíamos cambiar la fecha?Si los candidatos le echan un ojo a la historia verán que México nunca ha pasado de octavos de final fuera del Hemisferio Occidental, por lo que deberían temer poco. A menos que estén dispuestos a hacer historia y dejar que los seleccionados la hagan también.
Revista El Semanario
interesante.. este y otros de tus espacios..
saluti!