En México la muerte tiene permiso

La muerte en México no es cuestión de un día. Más claro, no es sólo del 2 de noviembre. Es más que una ceremonia, un culto, un minuto de silencio. Está en las calles, en las muertas de Juárez, en las ejecuciones entre narcotráficantes y en las ancianas asesinadas en sus hogares. La inseguridad recorre la frontera, la ciudad de México, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas...
La muerte, pues recorre todo el país.
La cuenta de las ejecuciones se ha perdido. Son más de mil. Las desapariciones engrosan la lista negra, de la que nadie supo ni vio nada.
México aún es considerado como hace siglos: violento, bronco y sin ley. Las recomendaciones de Estados Unidos a sus ciudadanos son las mismas: estar alertas y no viajar a territorio mexicano.
Las movilizaciones de capitalinos por los altos índices de inseguridad son un grito contra el terror y la violencia social. Son el rostro de una población que rechaza la apología de la muerte, del crimen y de la impunidad.
Pero hay quienes desafían a la vida, a la sociedad, a la justicia. Es el signo de la descomposición; incluso, florece la adoración a la muerte.
La Santa Muerte es invocada, pero no para proteger a los pobres o los infelices; sus adoradores dicen que sólo ayuda a quienes transcurren su existencia en las sobras, donde la violencia es un estilo de vida.
Son los tiempos de un nuevo México, donde se protagoniza una guerra entre bandas del crimen organizado. Tan sólo en Nuevo Laredo el paso del crimen organizado ha dejado como una huella 150 asesinatos, incluidos 16 policías, en este año.
LA MUERTE TIENE A SUS FAVORITOS
El terror va más allá de los ajustes de cuentas entre mafiosos. La violencia contra las mujeres empieza en el hogar, desde la más temprana edad de las niñas y los niños, cuando los adultos, mediante tratos diferenciados y con frecuencia discriminatorios, marcan distancias entre los menores que derivan en el aprendizaje del maltrato hacia ellas.
Lidia Cacho, de la Agencia Comunicación e Información de la Mujer, advierte que la intolerancia es un factor más por el que la gente muere. Menciona a un activista, a Octavio Acuña, un homosexual de 28 años de edad, ultimado sólo por orientara la población sobre salud sexual y cómo tratar las personas que viven con VIH-Sida.
Octavio vivió en una de las ciudades más conservadoras: Querétaro. Tan conservadora que los abogados de la Comisión Estatal de Derechos Humanos rechazaron las peticiones del joven cuando acudió a poner una queja formal por amenazas de muerte. Fue ignorado y el crimen quedó impune.
Las víctimas también se encuentran en el segmento más vulnerable de la población: las mujeres, las adolescentes.
En mayo pasado hubo un nuevo hallazgo en la frontera, en Ciudad Juárez, Chihuahua. Una joven de entre 17 y 19 años de edad fue encontrada en un terreno baldío; otra señora fue asesina-da a golpes en su hogar. Ya suman 13 las víctimas mortales en este año, son casi 400 en la última década.
El cuerpo de la joven, de complexión delgada, cabellos largos, morena clara y ojos grandes, estaba descalza, vestia pantalón de mezclilla azul, camiseta blanca y una sudadera gris atada a la cintura.
La nota roja de los periódicos también dedicó un espacio a un nuevo fenómeno en la ciudad de México: el Mataviejitas, un supuesto asesino serial.
El año pasado se contabilizaron más de 30 asesinatos de mujeres mayores de 60 años, todas ellas vivían solas. En lo que va de 2005 se han cometido casi 40 homicidios contra ancianas.
LLAMADOS PARA MORIR
Por otra parte, el desempleo, la incomprensión, la soledad y el abandono son otra forma de muerte, no tan estruendosa pero igual de fatal.
El año pasado se registraron tres mil 324 suicidios en toda la República, de los cuales 230 muertes se debieron a causas amorosas; 94 por dificultades económicas, 280 por disgusto familiar, 172 por enfermedad grave e incurable, 141 por enfermedad mental y 33 por remordimiento.
La gran mayoría, dos mil 87 suicidios, se cometió sin conocerse las razones que llevaron a esa decisión, según los reportes del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
Otra forma de suicidio es el consumo de drogas legales. El placer del tabaco y el alcohol son la principal causa de muerte en la juventud mexicana.
El Instituto Nacional de la Juventud alerta que en el país se registran anualmente más de 55 mil muertes a causa del tabaquismo. Se calcula que hay 13 millones de fumadores en las zonas urbanas, 3.7 millones de mexicanos son bebedores consuetudinarios y otros nueve millones "toman deforma explosiva e irresponsable".
La primera causa de deceso entre los menores de 30 años son los accidentes de tráfico, asociados al consumo de alcohol.
Las drogas consideradas legales son tan peligrosas y destructivas como aquellas que no son aceptadas social y legal-mente. Los focos rojos se han encendido sobre el consumo de alcohol entre los jóvenes, pues también se probó que quienes inician su ingestión antes de los diez años tienen altas posibilidades de quedar atrapados en las drogas ilegales.
En las grandes ciudades, las muertes por accidente llegan a rebasar el número de decesos por crímenes. Datos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal indican que en la ciudad de México hubo más de siete mil percances de tránsito, de los cuales cinco mil se debieron a choques, mil 425 a atropellados, 200 fueron caídas de pasajeros de autobuses y microbuses, y 127 por volcaduras.
Según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, hasta 70 por ciento de los accidentes viales en la ciudad de México son causados por impericia del conductor, irresponsabilidad, exceso de velocidad y con-sumo de alcohol.
LA MALA CALIDAD DEL AIRE COBRA VIDAS
En el Distrito Federal se realizan cerca de 30 millones de viajes individuales en autos particulares, y éstos ocasionan al mes un total de 800 accidentes con lesionados, además de que 40 por ciento de la contaminación del aire de la ciudad es generada por el parque vehicular.
El Instituto Nacional de Salud Pública reporta que la contaminación del aire acelera cada año la muerte de cuatro mil personas en la capital del país. "De unas 60 mil muertes que se registran en la ciudad de México, cuatro mil fallecimientos corresponden a causas agravadas por la mala calidad del aire".
Cuando la contaminación incrementa se producen, en un año en la ciudad de México, alrededor de cuatro mil decesos prematuros. Las personas vulnerables, mayores de 65 años, con padecimientos respiratorios o cardiovasculares, viven más en atmósferas limpias; pero en circunstancias de mala calidad del aire, la muerte se acelera.

Revista Impacto-Ernesto Montero

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